Venida de Cristo al mundo
Jesucristo, hijo de Dios, vino al mundo en el momento más oportuno, o, según la expresión de San Pablo, en la plenitud de los tiempos. Cuando, por una parte, el mundo estaba más necesitado de Él, y, por otra, existía una verdadera expresión de su venida, una paz general en todo EL Imperio, y la unidad más perfecta, que tanto favorecían la propagación del Evangelio: en estas circunstancias, durante el Imperio de Augusto, nació Jesucristo en Belén de Judea.
A este propósito, vale la pena hacer dos observaciones. La primera es sobre la existencia humana de Jesucristo, que algunos escritores modernos se han empeñado en poner en duda. Aun humanamente hablando, tenemos de ella absoluta certeza histórica, como podemos tenerla de la existencia de Augusto o Cicerón. Lo prueban con toda suficiencia, ante todo, los testimonios de los Evangelios, de San Pablo y otros escritos del Nuevo Testamento. Pero, además, lo testifican autores paganos, como Flavio Josefo, Tácito, Plinio y otros.
Fecha exacta del nacimiento
La segunda observación es sobre la fecha exacta del nacimiento de Cristo. Podemos asegurar, ante todo, que no es exacta la fecha designada por la Era cristiana. En efecto, es bien conocido que los eruditos Orosio y Dionisio el Exiguo fijaron como año del nacimiento el 753 de la fundación de Roma, y, en efecto, éste es el primero de la Era cristiana. Pues bien: consta que el cálculo que entonces se hizo es erróneo.
En efecto, es cierto que Cristo nació antes de la muerte de Herodes, pues esté hizo matar a los Inocentes después del nacimiento de Belén. Ahora bien: según Flavio Josefo y otros autores, Herodes murió el año 750 de la fundación de Roma. Por consiguiente, Cristo debió nacer antes de esta fecha. Lo mismo se prueba con otros testimonios y argumentos. Así, pues, podemos colocar el nacimiento de Cristo el año 749 ó 748 de la fundación de Roma, es decir, cuatro o cinco antes de la Era cristiana.
Fundación de la Iglesia
Jesucristo vivió lejos de todas las grandezas humanas, y quiso dar a los hombres el ejemplo de las más sublimes virtudes en su vida retirada de obediencia y trabajo durante treinta años, hasta que llegó el momento destinado por Dios para fundar su Iglesia.
Habiendo comenzado su vida pública contando treinta años, mientras predicaba su Evangelio a las multitudes escogió a los doce Apóstoles y los puso al frente de los demás discípulos. Más aún: para que la sociedad fundada tuviera perfecta unidad y consistencia, señaló a San Pedro como jefe de todos, y a su debido tiempo le dio el expreso nombramiento y como consagración, y tanto a Pedro como a los demás Apóstoles los nombró representantes suyos y legados de toda su autoridad divina. Para hacer más eficaz este nombramiento, comunicó a todos los Apóstoles, y particularmente a San Pedro, el poder de atar y desatar, que significa un poder absoluto, con una doble promesa: que todo lo que ellos hicieran en la tierra seria ratificado en el cielo, y que Él los protegiera constantemente, de manera que las fuerzas del infierno no prevalecerían nunca contra ellos ni contra la Iglesia por ellos representada.
Compendio de Historia de la Iglesia Católica
Bernardino Llorca, S.J.