'Al sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de la Galilea, llamada Nazaret, a una virgen...' Y nos dice: "En este pasaje evangélico consideramos tres momentos: (1) el envío de Gabriel a la Virgen, (2) el anuncio de la concepción del Señor y (3) la intervención del Espíritu Santo".
1- "Gabriel, continúa san Antonio, se interpreta como 'Dios mi consuelo/fortaleza'. Generalmente solemos confortar o animar tres categorías de personas: el enfermo, el afligido y el miedoso.
El género humano era estas tres cosas: enfermo desde hacía más de cinco mil años sin encontrar remedio; afligido por haber sido privado de las delicias del paraíso terrestre; vivía con miedo al diablo que, con una mano lo golpeaba y con la otra lo arrastraba al infierno. Pero gracias a Dios, fue mandado finalmente el consuelo que sanó al enfermo, consoló al afligido e hizo intrépido al miedoso".
Fue enviado a una Virgen, 'el nombre de la Virgen era María'. "Nombre dulce, dice san Antonio, nombre delicioso, nombre que conforta, nombre que infunde la feliz esperanza. ¿Quién es María sino la estrella del mar, o sea la vía luminosa que guía al puerto a quienes aún se encuentra a merced de las olas de la amargura? Nombre amado por los ángeles, terrible para los demonios, saludable para los pecadores, amable para los justos".
2- 'Vas a concebir y dar a luz un hijo' (1, 31) y (citando a san Bernardo): 'Son dos los milagros, pero unidos admirablemente entre sí: Dios que se hace Hijo, la Virgen que se hace Madre. A Madre Virgen no conviene otro Hijo; a Dios Hijo no conviene otro parto'.
3- '¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?' Dice el Santo: "Es claro que la que pregunta cómo podrá suceder una cosa, cree que aquella cosa se realizará. Pregunta cómo podrá ocurrir aquello, dado que había prometido no conocer hombre, a menos que Dios no hubiera dispuesto de otro modo".
'El Espíritu Santo descenderá sobre ti'. "Ya que primero la había llamado 'llena de gracia' y aquí dice 'descenderá' , da a entender que, como de un vaso ya lleno, si se le añade algo, lo añadido se desborda, así algunas gotas de su gracia se habrían derramado sobre nosotros.
El Espíritu Santo, descendiendo sobre la Virgen y en su alma, la hace inaccesible a toda fealdad de vicio, para que fuera digna del parto celestial y, con la propia acción, de la carne de la Virgen, el Espíritu creó en el seno de Ella, el cuerpo del Redentor. (...) La Virgen no podía contener la plenitud de la divinidad: pero la potencia del Altísimo la cubrió con su sombra cuando la luz incorpórea de la divinidad asumió en Ella el cuerpo de la humanidad y fue así hecha digna de 'llevar' a Dios.
(...) María no se ensoberbece por la singularidad del privilegio, sino que, en todo consciente de su condición y de la condescendencia divina, se profesa la sierva del Señor, ella que ha sido elegida para serle Madre y, con gran deferencia hace votos para que la promesa del ángel se realice.
'Hágase en mí según tu palabra'. En aquel momento fue concebido Cristo por la Virgen, hombre perfecto en el alma y en la carne, pero en modo tal que no se pudieran distinguir las formas del cuerpo y de los miembros".