En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
- El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
Comentario del Papa Francisco
Si el Señor volviese hoy, ¿dónde me encontraría? “Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón”. Y mi corazón, ¿dónde está? ¿En medio a la gente, rezando con y por la gente, rodeado de sus alegrías y sufrimientos, o más bien en medio de las cosas del mundo, de los negocios terrenos, de mis “espacios” privados? Pienso en los sacerdotes que he conocido en mi ciudad, cuando no había contestador telefónico y dormían con el Teléfono en la mesita de noche, a cualquier hora que llamase la gente, ellos se levantaban a dar la unción: nadie moría sin los sacramentos. Ni siquiera en el descanso tenían un espacio de privacidad. Esto es celo apostólico. La respuesta a esta pregunta: ¿dónde está mi corazón?, puede ayudar.