En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:
- Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?
Jesús le contestó:
- ¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
Él le preguntó:
- ¿Cuáles?
Jesús le contestó:
- No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.
El muchacho le dijo:
- Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?
Jesús le contestó:
- Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo.
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.
Comentario del Papa Francisco
El joven rico, ese que se acerca a Jesús con una vida intachable, un muchacho bueno, le dice: “¿Qué tengo que hacer para madurar mi vida, para tener la vida eterna?”. Jesús le dice: “Cumple los mandamientos y anda adelante”. “Si ya los cumplí siempre”. El Evangelio dice que: “Jesús lo amó”, y entonces le dijo: “Mira, te falta una cosa: da todo lo que tienes a los pobres y ven conmigo, a predicar el Evangelio”. Y ese chico se fue triste. Se fue triste porque tenía mucho dinero y no se animó a dejarlo por Jesús. Y se fue con su dinero y con su tristeza.