En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
- El Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
- ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
- Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.
Pero las sensatas contestaron:
- Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo:
- Señor, señor, ábrenos.
Pero él respondió:
- Os lo aseguro: no os conozco.
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.
Comentario del Papa Francisco
Como cristianos, queremos ofrecer nuestra contribución a la superación de la crisis ecológica que la humanidad está viviendo. Para esto debemos en primer lugar sacar de nuestras ricas motivaciones espirituales lo que alimenta la pasión por el cuidado de creación. Con esta Jornada Mundial de Oración para el Cuidado de la Creación (1 de septiembre) ofrecerá una preciosa oportunidad para renovar su compromiso personal con su vocación como mayordomos de la creación, para elevar a Dios un agradecimiento por el maravilloso trabajo que Él ha confiado a nuestro cuidado, implorando su ayuda para la protección de la creación y la misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en que vivimos.