"Domine, quo vadis?" (1602) por Annibale Carracci. National Gallery, Londres.
Todo lo que desde entonces sabemos sobre la predicación de San Pedro nos ha sido transmitido por la tradición o por una documentación histórica bien fundada. Ante todo, Orígenes y Eusebio nos transmiten la tradición de que San Pedro fue el primer obispo de Antioquia, a lo que la Iglesia ha dedicado una fiesta. Menos fundada es la tradición que supone predicó el Evangelio en diversas ciudades del Asia Menor. Así se explicaría mejor el hecho que dirija su primera epístola a los cristianos del Ponto, Galicia y otras regiones, y que San Pablo hable del partido de Cefas en Éfeso.
Estancia de San Pedro en Roma
Mas, por otra parte, es históricamente cierta la estancia de San Pedro en Roma, con lo que está íntimamente unido el hecho de que fue el primer obispo de Roma. Aun teniendo presente la reiterada negación de estos hechos por parte de algunos historiadores modernos, como Lavisse, Rambaud y Heussi, afirmamos, con el crítico protestante Adolfo Harnack, que son históricamente indiscutibles y están conformes con la más sana crítica.
Origen de la Cristiandad de Roma
Pero sí es cierto el hecho mismo de la estancia de San Pedro en Roma, apenas puede afirmarse nada sobre la fecha de su primera llegada a la Ciudad Eterna. Esta cuestión está relacionada con el origen de la comunidad cristiana en Roma. ¿Fue San Pedro el fundador? Tal vez algunos extranjeros que se hallaban en Jerusalén el día de Pentecostés y se convirtieron después del sermón de San Pedro, al volver a Roma pusieron los cimientos de aquella cristiandad. Pero en todo caso, a la par que con estas tradiciones o suposiciones, existe la tradición que atestigua que ya el año 42 el mismo San Pedro, al ser librado de la cárcel de Jerusalén, se dirigió a Roma, y dio principio, o al menos consolidó y organizó aquella Iglesia, de la que fue el primer obispo. Poco después existía de hecho en Roma una cristiandad floreciente, a la que San Pablo pudo escribir desde Corinto el año 58 su preciosa epístola a los Romanos.
Durante este tiempo, dos hechos particulares referentes a San Pedro atestiguan los libros sagrados. Por una parte, su estancia en Antioquía y su discusión con San Pablo, hacia el 49 ó 50 (Gál., 2, 11 y 21); por otra, su presencia en el Concilio o asamblea de Jerusalén de la misma fecha.
Martirio de San Pedro y San Pablo
Después de estos acontecimientos, nada más nos atestigua la tradición, fuera de lo relacionado con el martirio de San Pedro, que siempre va unido al de San Pablo. En primer lugar, la tradición atestigua la fecha en que ocurrió este martirio, que fue el 29 de junio del año 67, durante la persecución de Nerón. Efectivamente, se refiere que, intensificándose la persecución de Nerón, decidiose Pedro a salir de Roma; pero en el camino se cruzó con el mismo Cristo, y le preguntó: ¿Quo vadis? (“¿A dónde vas, Señor?”), y éste le repuso: “Voy a Roma para ser allí crucificado de nuevo.” Entendió Pedro el aviso y volvió a Roma. De hecho, fue apresado y encerrado en la cárcel Mamertina, según refiere una tradición.
Casi al mismo tiempo fue apresado San Pablo, y ambos justamente sufrieron el martirio.
Lugar y género del martirio
Menos seguridad ofrecen los datos de la tradición referentes al lugar y género de martirio de San Pedro y San Pablo. Dejando otras indicaciones más bien legendarias, se refiere que, a petición de los judíos del Transtevere, San Pedro fue separado de San Pablo para ser martirizado en el monte Dorado (Montorio), mientras San Pablo era conducido a la vía Ostiense. San Pedro fue crucificado, y otra tradición refiere que, por juzgarse indigno de morir como su Maestro, quiso ser martirizado cabeza abajo. De San Pablo se refiere que, al serle cortada la cabeza, dio ésta, tres saltos, donde brotaron tres fuentes. Es lo que hoy se denomina. Tre fontane.
Compendio de Historia de la Iglesia Católica
Bernardino llorca, S.J.