La inquietud de proponerles ideas para mejorar sus puntos débiles y avanzar en facetas concretas de sus vidas. Pero unos padres sensatos no pueden perder de vista que la consecución de cualquier meta conlleva esfuerzo y el esfuerzo es algo positivo. Muchas personas que nos rodean y con las que convivimos lo ven como algo negativo y ahí está la clave para alcanzar el éxito o fracasar como persona. Porque la persona se construye o se destruye… ella misma.
Por lo tanto, a la hora de ayudar en la construcción de la personalidad que cada hija/hijo tiene que afrontar, no se puede perder de vista que tienen que asimilar -como algo natural- que el éxito requiere del esfuerzo, de la voluntad para comenzar y recomenzar, de un espíritu deportivo ante los baches que encontrarán, de perseverar en la acción que emprendan, de rectificar cuando tengan que hacerlo… y muchas veces de nadar contra corriente. Si hijas e hijos no tienen esto claro porque no se lo sabemos transmitir con ilusión o no se lo proponemos como objetivo tendencia que tienen que tener incorporado en su estilo de vida, difícilmente madurarán de forma equilibrada.
Por eso, las propuestas deben salir acompañadas de una sonrisa, un tono amable, un planteamiento positivo, un ademán de estar involucrados, de formar equipo… de todo un lenguaje no verbal que es lo que les motiva e ilusiona ante los retos.
¡Ah!, no perder de vista que los objetivos han de ser medibles, que puedan seguirles la pista, con el fin de comprobar cómo van mejorando, porque es importante que perciban y noten que avanzan. Pensemos que para estar bien con alguien, necesitamos estar bien con nosotros mismos.
Y como estamos en la era de Internet, es bueno animarles a que lean, a que tengan curiosidad por el arte, la literatura, la pintura, la música… cada una, cada uno, desde su nivel, pero teniendo claro que la cultura les hace libres, les abre horizontes, les eleva por encima de las circunstancias de la vida ordinaria y les da un crecimiento interior sólido y compacto.