9 DE ABRIL – Fue la hija del rey moro de Toledo del que no se sabe con exactitud su nombre, se le llamaba Almacrin o Almadún. A este rey se le conoce como sanguinario perseguidor de cristianos.
Santa Casilda era una princesa clemente y tierna y a pesar de todas las comodidades que le brindaba la corte, la realidad era que sufría por los desafortunados que se encontraban en las mazmorras de su padre. A ellos les intentó consolar llevándoles viandas escondidas en su falda. Cuando su padre la descubrió en esta labor, le preguntó por el contenido de lo que llevaba, a lo que ella contestó: ¡Rosas! y al extender su falda, efectivamente, sí, fueron rosas las que aparecieron.
Comenzó con una grave dolencia en el cuerpo y ante la poca pericia de los médicos de su padre, la llevó a las aguas milagrosas de San Vicente por Castilla. En el camino, en Burgos, recibió el Bautismo para continuar hacia los lagos de San Vicente.
Una vez curada, decidió consagrar su virginidad a Cristo pasando el resto de sus días en soledad dedicándose a la oración y penitencia.
Murió a una edad avanzada y fue sepultada en la ermita que ella misma mandó construir llegando a convertirse en un lugar de peregrinación.