Comenzaron con un patrimonio de 100.000 dólares para la compra de terrenos y la construcción de pequeñas casas apropiadas para obreros, en un régimen favorable para su adquisición. Por otra parte, monseñor González Eyzaguirre convocó en 1910 el “Primer Congreso Social Católico”, donde se fundó la “Federación Nacional de Obras Sociales Católicas”, y luego se creó la “Sociedad de Obreros San José” en Santiago, dirigida por Miguel León Prado, que llegó a reunir 20.000 miembros; más tarde se constituyó el “Centro de la Unión Nacional”, con 15.000 obreros y 64 centros a nivel nacional.
No obstante, y antes de que resaltara la ingente figura de San Alberto Hurtado (de cuyo pensamiento y obra social y sindical hablaremos en otro artículo), hay que destacar sobre todo al P. Fernando Vives, quien en los años 30 procuró difundir las encíclicas sociales a través de los “Círculos de Estudios” entre jóvenes. Pensaba que los trabajadores debían organizar sindicatos independientes de los partidos políticos, porque éstos no hacían sino dividir a la sociedad chilena, con lo cual se ganó la oposición de bastantes jóvenes del “Partido Conservador” y finalmente fue expulsado del país. A su regreso, fundó con un grupo de jóvenes cristianos el “Partido Social Sindicalista” en 1932, que defendía una reforma agraria, la función social de la propiedad, la protección de los derechos de los trabajadores y la organización de éstos en gremios y sindicatos. No obstante, el partido tuvo muy poca incidencia en la vida política chilena. En 1934 dio paso a la fundación del “Partido Corporativo Popular”, con lo cual se ganó de nuevo la oposición del “Partido Conservador” y fue otra vez desterrado. Por otro lado y a imitación de la “Falange Española”, en 1938 se creó en Chile la “Falange Nacional” por parte de algunos jóvenes católicos con inquietudes sociales. Más tarde acabaría derivando hacia compromisos con los comunistas (ya en 1940, formando el “Frente Común”) o muchos de sus miembros terminarían formando la “Democracia Cristiana” de Chile.
También cabe destacar la creación del sindicato “Unión de Trabajadores de Colombia” (U.T.C.) en los años 30 del siglo XX, en buena parte por iniciativa de jesuitas encabezados por el P. Vicente Andrade y jóvenes trabajadores de Acción Católica. En poco tiempo llegó a tener tantos afiliados como la “Confederación de Trabajadores Colombianos” (C.T.C.), creada en 1936 y dirigida en esa época por comunistas, socialistas y anarcosindicalistas. La U.T.C. fue muy dinámica en su acción hasta la subida al poder del dictador Rojas Pinilla, quien pretendió utilizar el sindicalismo para su provecho político.
Acogida de “Rerum novarum” en España.
En España, donde el liberalismo venía dominando el siglo XIX, la encíclica Rerum novarum fue criticada tanto por rígidos conservadores liberales y políticos también liberales (a Castelar le causó “pena hondísima” por ser “impropia” de la autoridad religiosa y contrariar la economía liberal), como por el periódico El Socialista (P.S.O.E.). Éste, con una visión poco objetiva y más bien simplista, se distanciaba de lo que otros observadores europeos socialistas hicieron al recibirla con alabanzas, como el periódico alemán Vorwärts y los políticos franceses Barres y Lafargue. El “Partido Conservador” español de Cánovas del Castillo titubeó inicialmente sobre la valoración de la Rerum novarum, pues ciertamente no le agradaba, pero al final consideró más oportuno, de cara a la obtención de votos, tratar de apropiarse de su contenido. En cambio, desde el primer momento fue acogida con entusiasmo por el carlismo y por los católicos que se venían destacando por su preocupación y acción social, como monseñor Zeferino González, el P. Vicent, etc.