La pintura recrea la ceremonia de consagración de la Catedral Nueva de Cádiz, realizada en noviembre de 1838. El cortejo encabezado por el obispo de la sede, don fray Domingo Silos Moreno, se ha detenido en la nave central del templo, frente al altar mayor.
Un haz de rayos se difumina por las lucernas de la cúpula e ilumina la escena. Destacándose del bullicioso coro de acólitos y presbíteros y asistido por el cabildo en pleno, el obispo escribe en el suelo con su báculo, sobre un lecho de cenizas, el alfabeto
latino y griego, cumpliendo de este modo el ritual romano al bendecir con la procesión de las reliquias, el fuego purificador, los inciensos y el agua bendita.
Autoridades eclesiásticas y civiles se agrupan en el lado izquierdo, acompañando con respeto y admiración la solemne ceremonia. Varios de estos personajes parecen ser retratos ciertos, como el del joven sacerdote que desde el fondo nos clava su interrogante mirada, al lado de esos dos monaguillos que portan distraídamente sus ardientes cirios.
La dedicación de un templo es una de las ceremonias más solemnes y elaborados en el rito romano, y al que pocas veces se tiene la posibilidad de asistir. Nuestros templos son un lugar sagrado, porque ahí es donde se deposita Nuestro Señor Jesucristo Sacramentado en el Sagrario, ahí es donde reposan las reliquias de los Santos y Mártires de la Iglesia Universal, ahí es donde se ofrece el Sacrificio vivo y Santo de la Eucaristía.
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En el bastidor del cuadro, en una zona oculta a la mirada del fiel, queda escrita en letra cursiva una cita en latín del Breviario Romano: “Fundata est supra firmam petram”. Estas palabras están tomadas del responsorio cuyos versos son: “Haec est domus Domini firmi tera edificate. Bene fundata est supra firmam petram”, las cuales podrían ser traducidas como “Esta es la Casa del Señor edificada firmemente. Está bien fundada sobre piedra estable”. El templo es considerado como la Casa de Dios y la puerta del Cielo (Gen. 28, 17), y su edificación, metáfora de la misma Iglesia, hecha de firme piedra.
* Aunque se desconoce su autor y fecha de realización, es un cuadro de mediados del siglo XIX. Ello se deduce de la ausencia de ciertos elementos ornamentales de la catedral y que no son recogidos aún en el cuadro.
Como dato curioso, anotaremos que bajo el nivel del mar, debajo del altar mayor, se construyó la cripta en la que fueron depositados los restos de dos gaditanos ilustres, el músico Manuel de Falla y el escritor José María Pemán.