Usted está aquí

La Coronación de espinas

La coronación de espinas. Museo de Bellas Artes de Gante, Bélgica

LA coronación de espinas es uno de los episodios centrales de la Pasión de Cristo. El Maestro del Retablo Pflock, un anónimo de la escuela de Lucas Cranach, focaliza un aspecto capital: el contraste entre la santidad infinita, el amor inefable del Redentor, y la bajeza insondable, el odio implacable de quienes lo mataron.

Sentado sobre una piedra, con las manos atadas, revestido con una túnica púrpura de irrisión y el cuerpo cubierto de heridas, Cristo se somete a la burla y tortura de sus verdugos. Dos de ellos, agarrando una vara larga por los extremos, presionan la corona sobre su cabeza y la fijan golpeándola con palos. Podría verse en ese gesto una metáfora de la Eucaristía: Cristo en la prensa del vino, “exprimido” como racimo místico de uvas.

Los tipos populares de los verdugos, casi caricaturescos, y el uso brillante del color, típicos del arte medieval alemán, agudizan la escena. En el primer plano, uno de ellos le extiende una vara a manera de cetro y, al mismo tiempo, en un saludo grotesco levanta el gorro y le saca la lengua. Al lado, otro, aproxima su cara agresiva y, deformando la boca con las manos, le hace una mueca de escarnio.

En el centro, el Hijo de Dios, da muestras de dolor físico.

Pero sobre todo, de intenso sufrimiento moral. Su dulce mirada se pierde en los confines del horizonte, en dolorosa meditación, viendo que ese odio no es sino una pizca del inmenso océano de rencor que se extenderá, más allá, a lo largo de los siglos contra Él.

Es la oposición irreductible entre los hijos de la Luz y los hijos de las tinieblas, entre la Verdad y el error, el Orden y el desorden, el Bien y el mal.

*   *   *

¿Cómo pudo el mundo odiar a Aquel que pasó haciendo el bien?

Que un hombre odie a quien le hace mal puede ser censurable, pero no es incomprensible.

Sin embargo, ¿cómo puede un hombre odiar a quien es bueno, a quien que le hace el bien?

Este problema es casi tan viejo como la humanidad. ¿Por qué Caín odió a Abel? ¿Por qué los romanos persiguieron a los cristianos? Más recientemente, por qué fue derramada tanta sangre de mártires en la Revolución Francesa, o la Revolución bolchevique en Rusia, en Méjico con los cristeros o en el 36 en España?

*   *   *

No nos engañemos con los aires tóxicos de sincretismo que pululan en el ambiente. No es posible un entendimiento entre el bien y el mal, entre la virtud y el vicio, entre la verdad y el error. Son las dos banderas de las que habla San Ignacio: la ciudad de Dios y la ciudad del demonio que se oponen. Y debemos de tomar partido.

* ¿Cómo pudo el mundo odiar a Aquel que pasó haciendo el bien? Artículo de Plinio Corrêa de Oliveira en la Revista brasileña Catolicismo, Abril de 1960 (https://www.pliniocorreadeoliveira.info/ES_6004_como_pudo_mundo_odiar.htm)