–La media de Tv a la carta que se consume entre 4 y 12 años llega a 3 horas y 20 minutos al día, y las plataformas están aprendiendo de los gustos de los más pequeños, porque, al
final, son las audiencias de su futuro y el objetivo es convertir a ese niño, esa niña, en un espectador incondicional.
–Del mismo modo que con los adultos, en las plataformas de streaming, los contenidos para menores se estrenan en bloque –la temporada entera– para generar ese consumo adictivo que les resulta tan rentable ya que lo que persiguen es tener a la persona enganchada, y más en el caso de los jóvenes cuyo consumo suele ser compulsivo.
–Ante una maratón de capítulos, el sistema nervioso puede generar dopamina, una señal química relacionada con el placer que se “traduce” en una recompensa natural e interna que refuerza la “relación con dicha actividad”, por lo que el cerebro envía sensaciones positivas al cuerpo para que continúe con esa tarea. La cuestión es que una vez que acaba la serie, aflora una especie de depresión debido a la “vuelta a la realidad” y puede tener implicaciones conductuales y cognitivas.
–¿Consecuencias? Que al no disponer –niñas y niños– de la madurez que tienen los adultos en sus mecanismos cognitivos, tienen gran dificultad para hacer frente a esa situación de estrés. Y, paralelamente, suele suceder que dejan de hacer actividades importantes, como practicar ejercicio físico, salir con sus amigos y socializarse, perder horas de sueño, etc. Esto, juega en su contra y puede tener efectos sobre el desarrollo cerebral, dado que estas tareas tienen una importancia capital en el período infantil para un correcto desarrollo de la persona.
Hecho el resumen, se me ocurre como sugerencia que, si no lo hay, se establezca en el hogar, un horario para evitar posibles adicciones que después son muy difíciles de erradicar.