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Autoestima y flexibilidad emocional

Al llegar a casa me la enseñó. Escrita en primera persona, contaba que Sara, su hermana en la ficción, se iba de excursión con su clase. El caso era que ella también quería participar con Sara de ese evento y no entendía por qué sus padres no la dejaban, a pesar de todas las explicaciones que ellos le habían brindado. ¡Al llegar el día de la excursión Sara estaba emocionada, y ella la protagonista del cuento, enojada! Es entonces cuando la mamá le aconseja: “Si miras a tu alrededor vas a encontrar muchas cosas divertidas para hacer”

Literalmente el cuento de Isabelita sigue así: “Y en ese instante se me ocurrió una gran idea: no podré ir a ese viaje escolar, pero puedo hacer mi propio viaje. Cogí mis muñecas las subí en la parte de atrás de mi autobús de cartón, que yo solita había hecho para jugar y me divertí por horas” Cuando vuelve su hermana Sara queda muy sorprendida al enterarse que su hermana se lo había pasado genial, a pesar de no haber ido con ella. “Al fin y al cabo –le dijo– ¡cada uno se divierte como puede!” Aquí termina la redacción.

Estuve pensando en la capacidad de los niños en adaptarse a situaciones nuevas. Voy traer a colación dos términos: autoestima y flexibilidad emocional. ¿Cómo saber si lo estamos haciendo bien?

Autoestima

María Alejandra Castro Arbeláez es psicóloga y nos transmite que la flexibilidad emocional es la capacidad con la que contamos para adaptarnos a las circunstancias emocionales y ser tolerantes ante los cambios. También señala que como en la vida se están generando constantes cambios es una habilidad difícil de practicar y puede resultar agobiante. Algunas de sus recomendaciones que nos van ayudar a convivir con nosotros mismos y a relacionarnos mejor con los demás hacia una mejor flexibilidad emocional son:

• Dejar a un lado lo que nos haga daño o resulte tóxico, no aferrarnos a ello.

• Aceptar la emoción (enojo, tristeza, aburrimiento, etc…) porque habla de lo que sentimos y podemos aprender de ello.

• Cultivar la resiliencia, que es la capacidad de salir adelante ante los problemas. Transformar esos sentimientos en valentía y esfuerzo, lo que traerá aparejado grandes momentos. Otros ítems que nos pueden ayudar: realizar actividad física, cultivar relaciones sanas, no aferrarnos a algo que ya sucedió y no podemos cambiar, etc…

Flexibilidad

Aprender la flexibilidad de niño, hacerla visible y conocer de qué se trata va a formar adultos con mejor desempeño en su entorno social, familiar y laboral. Podemos incluso, llegar a ser muy autoexigentes con nosotros mismos, que es lo que no nos permitirá ser flexibles con los demás o con situaciones que no nos responsabilizan. No se trata de minimizar el conflicto si no al contrario, tomarlo, buscarle la vuelta y no quedarnos anclados en lo que en el fondo no tiene solución o no depende de uno mismo.

La evaluación perceptiva de nosotros mismos es lo que denominamos autoestima. Si un padre como adulto, como un ser admirado por el niño deposita confianza en su hijo, cree en él, valora sus logros y progresos, sin dudas, éste podrá generar una percepción positiva de sí mismo. Lo que le servirá de base y sostén para adquirir la seguridad necesaria para afrontar los cambios y poder adaptarse a ellos rápidamente atravesando un proceso de menor frustración y mayor tolerancia consigo mismo y los demás.

No siempre lo que le pasa al vecino es lo que nosotros necesitamos o nos hace bien. Esta vez la lección me la ha ofrecido mi pequeña Isabel.