El culto al cuerpo, los ideales de belleza excesivamente delgados, la influencia de la moda y de los medios de comunicación y sobre todo el alto impacto de las redes sociales en los jóvenes es una de las causas de estos trastornos de la conducta alimentaria, catalogada como verdadera enfermedad mental.
Los pacientes afectados por esta enfermedad mental tienen alterados sus hábitos alimentarios manifestando comportamientos que van desde comer de manera descontrolada, bulimia nerviosa, hasta la falta de ingesta de comida, anorexia nerviosa.
¿Qué son exactamente y cómo distinguirlos?
La anorexia nerviosa se caracteriza por tener un peso corporal significativamente bajo para la altura, la edad y la etapa de desarrollo de la persona afectada, que no se debe a otra afección de salud ni a la falta de disponibilidad de alimentos. El peso corporal bajo se acompaña de un patrón persistente de conductas para evitar la restauración del peso normal, que pueden incluir comportamientos destinados a reducir el consumo de energía (restricción del consumo de alimentos), comportamientos purgativos (vómito autoinducido, abuso de laxantes) y comportamientos destinados a incrementar el gasto energético (ejercicio excesivo).
En la bulimia nerviosa se dan episodios frecuentes y recurrentes de atracones que van acompañados de comportamientos compensatorios inapropiados y repetidos destinados a prevenir el aumento de peso.
Prevalencia en España
Es una enfermedad mental dos veces y media más frecuente en mujeres, siendo su prevalencia global en España del 4,1% al 6,4% en mujeres entre 12 y 21 años, y del 0,3% para los hombres.
Causas
Es un fenómeno complejo y casi nunca su origen obedece a una sola causa. De inicio más frecuente en la adolescencia, contribuyen en su aparición factores biológicos de predisposición genética, vulnerabilidad del 60% al 70% en la anorexia nerviosa, aunque
al ser una enfermedad multicausal intervienen otros factores como los rasgos psicológicos de excesivo perfeccionamiento, alto nivel de autoexigencia, retraimiento social, introversión o baja autoestima.
Entre los factores socioculturales podemos encontrar modelos familiares sobre protectores, rígidos y exigentes o conflictivos y desestructurados, además, claro, de los relacionados con el culto al cuerpo y ideales de belleza excesivamente delgados impuestos por la moda.
A menudo los trastornos alimentarios se presentan junto con otras patologías relacionadas con el control de impulsos: ansiedad, depresión, obsesivo-compulsivo, abuso, dependencia de sustancias, o trastornos de la personalidad.
Señales de alarma
Los trastornos de la conducta alimentaria, al igual que los demás trastornos en salud mental, cuanto antes se detecten mejor pronóstico tendrán, por lo que es muy importante que familiares y cuidadores nos fijemos en los síntomas de sospecha, por ejemplo, al observar cambios bruscos de peso corporal, trastornos menstruales, vello corporal muy fino que crece como aislante de la piel por razón de ausencia de grasa, anomalías dentales o callos en los nudillos de las manos por los vómitos auto provocados.
Los síntomas de conducta más acuciantes son cambios en los hábitos alimentarios, ritualizar y trocear la comida del plato, encerrarse en el servicio después de las comidas,
obsesión por pesarse continuamente y ejercicio excesivo.
Es importante también saber si se dan signos de alarma psicológicos como frecuentes cambios de humor, irritabilidad, hipersensibilidad, baja autoestima, aislamiento social, dificultades de concentración, impulsividad, perfeccionismo e insatisfacción, distorsión severa de la imagen corporal.
¿Qué hacer en estos casos?
Es de suma importancia una intervención precoz especializada y la colaboración de la familia para una mejor respuesta terapéutica. Dependiendo de la gravedad de la enfermedad el tratamiento de la persona afectada se realiza en régimen ambulatorio, en hospitales de día o en régimen de hospitalización.
En todo caso, el tratamiento siempre es multidisciplinar, diferentes disciplinas asistenciales intervienen, siendo fundamental la psicoterapia, el tratamiento farmacológico y el nutricional.