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La Virgen del Milagro - Monasterio de las Descalzas Reales, Madrid

La Virgen del MIlagro

La Virgen del Milagro

En esta rica iglesia hay un pequeño altar portátil con un cuadro de la Virgen María, llamada del milagro por el llamativo suceso que logró la enmienda sincera de un gran pecador.

Se cuenta que, en una quinta deliciosamente situada, no lejos de las márgenes floridas del Turia, vivía el opulento caballero valenciano don Luis de Alarcón, tristemente célebre en toda la comarca por sus desórdenes y liviandades.

En medio del desenfreno de su vida, dejaba ver que no había olvidado del todo la pura antorcha de la fe, que le alumbró en los hermosos días de su infancia.

Un día se le vio regresar de Valencia más agitado y abatido que nunca. Presentaba en su semblante los síntomas de la más terrible alteración. El espanto que se revelaba en todas sus facciones, fugitivo, trémulo y despavorido, revelaban que algún gran suceso habría trastornado su espíritu, y casi su razón.

Sin hablar a nadie se metió en su lecho, donde al poco le sobrevino una calentura, acompañada de delirio: “¡Infeliz... horror... Dios mío y perdón...! ¡condenado sin remedio!... ¡perdón, perdón!” balbuceaba en su desvarío. Nada pudo saberse del terrible suceso que produjo tan profunda impresión.

No lejos de su quinta, en un espeso bosque cercano, vivía un ermitaño que custodiaba una imagen que había traído de Roma el año Santo de 1525, y a la que recurrían siempre con fruto los desgraciados en sus necesidades.

No restableciéndose don Luis de su enfermedad, sus amigos y criados le llevaron en una litera ante la devota imagen.

–“¡Oh Madre del Redentor! –exclamó el venerable ermitaño. –¿No intercederéis por este gran pecador arrepentido? Yo os lo pido, Señora, como el más humilde de vuestros siervos.”

Apenas había pronunciado estas palabras el ermitaño, cuando ¡oh prodigio! la imagen que tenía los ojos inclinados mirando al Niño Dios que estaba en sus brazos, los levantó, dirigiéndolos al devoto ermitaño: en aquel mismo punto se verificó la instantánea y entera curación del enfermo y, lo que es más prodigioso, su completa y verdadera resurrección, pues salió de la muerte del pecado para tornar a la vida de la virtud.

Murió el santo ermitaño en el año de 1542, y al morir legó esta imagen a doña Leonor de Borja, hermana del marqués de Lombay, cuarto duque de Gandía, que la colocó en el oratorio de su palacio de Gandía. A la muerte de doña Leonor, la pintura pasó en herencia a su hermana Sor Juana de la Cruz, religiosa en el convento de Santa Clara de Gandía, quien la trajo a Madrid al convertirse en primera Abadesa del Monasterio de las Descalzas Reales.

La imagen es llevada en procesión por el claustro de la iglesia el día de su fiesta, el 11 de mayo.

Datos útiles

La iglesia permanece abierta de 8:00 a 13:00 y de 17:00 a 20:00. Misas a las 08:00 y 19:00h.
Visita al Monasterio: https://www.patrimonionacional.es/