una fuente de información cristiana, una incitación a vivir evangélicamente, un estímulo a dar testimonio de Cristo en el seno de las familias, en los ambientes, en las instituciones y estructuras seculares. Resulta difícil abordar y tratar en menos de 50 páginas, de espacio más bien reducido, tantas cosas. Y sin embargo EL PAN DE LOS POBRES lo consigue.
Ciertamente esta publicación religiosa se caracteriza por su variedad temática, que va desde las enseñanzas del Papa, a las reflexiones sobre una cuestión concreta actual, y por su gran practicidad. La representación de algunos cuadros artísticos con su consiguiente descripción e interpretación, los diseños y los dibujos, no sólo ponen una nota de color y de belleza en la natural aridez de los textos, sino también ayudar a entender sus contenidos. Ello hace que éstos se lean con gusto.
Me vienen también a la mente dos notas características del El Pan de los Pobres: la devoción a San Antonio de Padua y su propagación entre los lectores, así como el ejercicio de la caridad con los necesitados y la ayuda a los sacerdotes.
No quiero terminar esta consideración sin aludir a un tema que figura al final de la revista y que me parece importante: la vida de los santos. Antaño la lectura espiritual de muchas personas y familias era el Año Cristiano. Ahora cada mes nos da la posibilidad de ir conociendo la vida de muchos santos antiguos y modernos. Cosa, repito, interesante e importante, porque los santos, siendo como fueron de carne y hueso como nosotros, llegaron a ser una encarnación viva de Dios por la gracia y el propio esfuerzo. Ellos son además, después de Jesucristo y la Virgen María, intercesores nuestros ante Dios, modelos a imitar para todos y cada uno de nosotros. Ellos nos enseñan, de múltiples modos y maneras, el camino a seguir para alcanzar la santidad. Ellos (algunos fueron grandes pecadores) nos espolean y nos dicen: “Es posible ser santo”.
Por todo ello considero muy útil y provechoso suscribirse a El Pan de los Pobres. Burgos, Rvdo. D. Abelardo Del Vigo.