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¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: 
- El Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. 
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. 
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. 
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 
A medianoche se oyó una voz: 
- ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo! 
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. 
Y las necias dijeron a las sensatas: 
- Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas. 
Pero las sensatas contestaron: 
- Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis. 
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. 
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: 
- Señor, señor, ábrenos. 
Pero él respondió: 
- Os lo aseguro: no os conozco. 
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.