Hay en el ambiente como un desarrollo de un psicoanálisis de pacotilla con fines comerciales (que los auténticos psicoanalistas son los primeros en rechazar) el laxismo en las costumbres, y la invasión del cine, y de la literatura por la pornografía, se unen para producir el desasosiego en las personas que quieren un amor verdadero.Y por ello entre algunos jóvenes producen la duda del valor del amor y se dicen: ¿no será sólo una sensación efímera y eperdérmica? No lo es: es una espléndida y valiente vocación, porque el acento sobre lo esencial, es decir, sobre el papel de la elección y de la voluntad, es el amor, un amor responsable.
En el ayer San Juan Crisóstomo, escribía: “los esposos, hombres y mujeres, que se aman son más firmes que el diamante y más duros que el hierro, bogan en plenitud, navegan hacia la gloria eterna y cuentan cada día con más gracia de Dios”.
Y en estos tiempos nuestros, el Santo aragonés San José María Escrivá dice en un libro: (Es Cristo que pasa) “Esos hogares son luminosos y alegres, hogares de comprensión y de amor, en que los padres e hijos viven la confianza, son sinceros y leales, hogares que reflejan la luz de Cristo.”
Gracias al Sacramento del matrimonio este camino divino en la tierra es un refugio seguro, que hace al hombre y a la mujer compañeros de eternidad y colaboradores de Dios.