La llamada a la penitencia y a la conversión que nos hizo nuestra Señora hace cien años es ahora más actual que nunca. Nuestra Madre continúa hablándonos aún. En efecto, el Papa Benedicto XVI decía que Fátima es la: << “casa” que María ha elegido para hablarnos en estos tiempos modernos. (...)
Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada. Aquí resurge aquel plan de Dios que interpela a la humanidad desde sus inicios: “¿Dónde está Abel, tu hermano? [...] La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra”[1]. El hombre ha sido capaz de desencadenar una corriente de muerte y de terror, que no logra interrumpirla... En la Sagrada Escritura se muestra a menudo que Dios se pone a buscar a los justos para salvar la ciudad de los hombres y lo mismo hace aquí, en Fátima, cuando Nuestra Señora pregunta: “¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera mandaros, como acto de reparación por los pecados por los cuales Él es ofendido, y como súplica por la conversión de los pecadores?”[2]
San Antonio mariano
Siendo Portugal la patria de nuestro Santo, todo lo que se refiere a esta noble nación nos resulta entrañable. Además, la Virgen se aparece un día trece... el número trece nos hace pensar inmediatamente en el 13 de Junio y en todo lo que a San Antonio se refiere. Por eso me gustaría compartir con mis lectores, durante este año el aspecto o la dimensión (llamémoslo como queramos) mariana de San Antonio.
Sabemos con certeza que San Antonio nació en Lisboa, junto a la Catedral. La primera biografía del Santo (Assidua, 1232) dice: "Dentro de sus murallas (de Lisboa) se alza una iglesia de extraordinaria grandeza, construida en honor de la gloriosa Virgen María; en ella reposa, dignamente sepultado, el cuerpo precioso y digno de toda veneración del bienaventurado mártir Vicente.
Junto al costado occidental (de la iglesia), los dichosos padres del bienaventurado Antonio poseían una casa distinguida, de acuerdo a su tenor de vida, que, con una entrada colindante, estaba colocada junto a la misma entrada del templo. Ellos, al recién nacido, en la flor de su juventud, a este hijo predestinado, le dieron en la misma fuente del santo bautismo el nombre de Fernando.
Justamente después mandaron a este hijo a la dicha iglesia de la Santa Madre de Dios para que fuera instruido en las sagradas Escrituras y, casi por un presentimiento, confiaronal futuro heraldo de Cristo a la educación de los ministros del Señor" (Assidua, II).
La Virgen María marca su vida
Recordemos que la tradición popular fija la fecha de su nacimiento el 15 de Agosto, la gran fiesta de Nuestra Señora y sabemos que murió invocando a María: "Sintiendo inminente el fin de su cuerpo, llamó a sí a uno de sus frailes y compañeros, llamado Rogelio, y le dijo: 'Hermano, si quieres aliviar el peso a estos frailes, querría ir a Padua, al conventico de Santa María´ (llegado a la Arcella). Descansando un poco y hecha la confesión y recibida la absolución, comenzó a cantar el himno de la gloriosa Virgen diciendo: Oh, gloriosa Señora, alta sobre las estrellas, etc. Terminado el himno, alzados los ojos al cielo, con mirada extática, miraba prolongadamente frente a sí (dijo) 'Veo a mi Señor' (... y) aquella alma santísima, que libre de la prisión de la carne fue absorbida en el abismo de la luz" (Assidua XVII). Toda su vida fue un viaje bajo la mirada materna de María.