Se dice que en medio de sus sufrimientos, mientras oraba y reflexionaba sobre su fin inminente, se le apareció un Niño Jesús sonriente y luminoso, que alegró su corazón. Su amigo Tiso se sintió atraído por la luz que envolvía la celda de San Antonio, asistió conmovido a esta escena, e hizo propósito de no contarlo a nadie. Pero una vez muerto el Santo, reveló el suceso.
San Antonio consideraba el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios como un abajamiento, como un abismo de caridad y humildad de Dios que pide de nosotros actitudes de pobreza y humildad. (Sermón 895)
El Nacimiento de Jesús era motivo de “gozo, alegría y regocijo”. San Antonio quedaba extasiado ante la pequeñez y humildad del Niño Jesús.
Escribe en varios de sus sermones:
-“Le pusieron por nombre Jesús”. Nombre dulce, nombre delicioso, nombre que alienta al pecador y llena de esperanza. Nombre que es júbilo en el corazón, melodía en el oído y miel en la boca”. (Sermón 1953)
-"Si tú predicas a Jesús, Él ablanda los corazones. Si lo invocas, dulcifica las ásperas tentaciones. Si piensas en Él, ilumina tu corazón. Si lo lees, sacia tu mente".
San Antonio y los enfermos
Cuando San Antonio leía, estudiaba y meditaba los evangelios y la vida de Jesús, descubría las numerosas curaciones que el Señor realizaba. Este hecho le llevó a San Antonio a sentir un gran amor por los enfermos y más débiles de la sociedad. No es que realizara como Cristo sanaciones milagrosas, pero lo cierto es que a todos los enfermos escuchaba, atendía y tenía, para ellos, palabras de ánimo.
En uno de sus sermones encontramos cómo podemos hacer para curar a los enfermos del cuerpo y alma, con el ejemplo de nuestra propia vida. Dice así: “Como Cristo recibió a los ciegos para restituirles la vista, a los cojos para hacerlos andar, a los leprosos para limpiarlos, a los sordos para devolverles el oído, a los muertos para resucitarlos, a los pobres para evangelizarlos, así debemos nosotros acogernos unos a otros.
“Si tu prójimo es ciego por la soberbia, en cuanto te sea posible, ilumina sus ojos con el ejemplo de la humildad; si está cojo por la hipocresía, enderézalo con las obras de la verdad; si está leproso por la lujuria, límpialo con la palabra y ejemplo de castidad; si está sordo por la avaricia, proponle el ejemplo de la pobreza de Señor; si está muerto por la gula y la embriaguez, resucítalo con el ejemplo y la virtud de la abstinencia. A los pobres en cambio, anúnciales la vida de Cristo”. (Sermón 1659-61)
De este texto se deduce que San Antonio, no sólo se fijaba en los enfermos físicos, sino que también había que curar a las personas, que están enfermas por sus vicios, con el ejemplo de nuestra propia vida.
San Antonio y los pobres
San Antonio amaba a los pobres de su tiempo, los defendía contra aquellos ricos y usureros que los explotaban. He aquí algunas frases de sus sermones:
- "Da limosna al peregrino y al pobre; los bienes, en parte, le pertenecen".
- "Da limosna al pobre, no sólo con la mano, sino con el corazón".
- "En vano extiende sus manos para pedir perdón a Dios, quien no las extiende para ayudar al pobre".
En nuestros días, San Antonio sigue ayudando a los pobres por medio de los donativos que sus fieles devotos dan para ello.
Comité de Redacción