"Con qué derecho impulsas to al pueblo a abandonar nuestros dioses para entregarse a un hombre muerto?
—Es sabído que Cristo, tras haber sido muerto y enterrado, resucitó al tercer día, respondió Sabino.
—Puedes escoger entre sacrificar a los dioses o morir en los tormentos, replicó el prefecto; después de lo cual solo to quedara resucitar como Cristo, to maestro."
Venustiano le hizo cortar las manos y luego le envió a prisión. Ahí, Sabino le devolvió la vista a un ciego. Al saber esto, Venustiano, que sufría una enfermedad incurable en los ojos, fue a visitar al prisionero. Este, no contento con curarle los ojos, curó también su alma y la abrió a la fe. Lo bautizó, así como a su mujer y a sus hijos, y encontró asilo en su casa. Apenas Rego a Roma el rumor de estas conversiones, el emperador encargó al tribuno Lucius que fuera a castigar al prefecto de Toscana y acabara con el obispo. Y así fue como Venustiano, su mujer y sus dos hijos fueron decapitados en Asís, y Sabino, que fue llevado a Spoleto, murió azotado.
La Pasión que acabamos de citar es una obra imaginativa que data de los siglos v o VI. Sin embargo, san Sabino es un mártir auténtico; pero nada sabemos de el, ni siquiera si fue obispo de Asís o de alguna otra parte.