El poeta español Prudencio no menciona a Santa Leocadia en sus himnos, que fueron escritos a fines del siglo IV. Pero consta que, a principios del siglo VII, había en Toledo una iglesia dedicada a la santa, de suerte que su culto es muy antiguo. Las actas del martirio son posteriores y poco fidedignas. Según esas actas, Leocadia era una joven toledana de alta alcurnia. Durante la persecución de Diocleciano, el cruel gobernador Daciano mandó torturar a Leocadia y la encarceló. En la prisión se enteró la joven del martirio de Santa Eulalia en Mérida y pidió a Dios que la juzgase digna de morir por Cristo. Dios escuchó su petición y Leocadia murió en la prisión a consecuencia de las torturas que se le habían infligido. Si este relato es auténtico y el martirio tuvo lugar el 10 de diciembre, la fiesta de Santa Leocadia no corresponde al día de su muerte, a no ser que supongamos que haya pasado un año en la cárcel. En nuestro artículo sobre San Ildefonso (23 de enero), referimos una leyenda muy conocida relacionada con Santa Leocadia. Esta mártir es la patrona principal de Toledo, donde hay tres iglesias que llevan su nombre y que según se dice, se hallan en los sitios donde la santa fue sepultada, donde estuvo presa y donde se levantaba su casa.
Las actas de Santa Leocadia, que no merecen crédito alguno, pueden verse en Florez, España Sagrada, vol. VI, pp. 315-317, y en la Fuente, Hist. ecl. de España, vol. I (1873), pp. 335-337. Cf. Analecta Bollandiana, vol. XVII (1898), p. 119. No hay razón para dudar de la autenticidad del martirio. El nombre de la santa figura en el Hieronymianum el 13 de diciembre. Véase el comentario de Delehaye, p. 646, y Origines du cuite des martyrs, p. 369, con las referencias bibliográficas que se encuentran ahí.