Se conserva una Passio (documento que narra su martirio o Pasión) y un “Himno” litúrgico que se cree de época visigótica. El Sacramentario mozárabe contiene una misa dedicada a ellos. Las narraciones nunca dieron protagonismo a Calfurniano y, sin embargo, presentan al mismo Daciano en la ciudad de Talavera. En Ebora de la Carpetania (actual Talavera de la Reina, Toledo) nacieron los hermanos Vicente, Sabina y Cristeta, en su antigua calle de Granada, llamada actualmente de Santa Lucía. El joven Vicente, educado en la religión cristiana, era ejemplar en su conducta y su modestia servía de edificación hasta a los mismos paganos. A pesar de las prohibiciones imperiales, practicaba el culto cristiano y adoraba a un solo Dios. Denunciado ante Daciano, éste ordena que le lleven ante una estatua de Júpiter para obligarle a que ofrezca incienso con amenazas de muerte si no obedece. Los guardias lo conducen con este fin y por el camino sucede el primer hecho prodigioso: una piedra se reblandece y Vicente queda materialmente clavado en ella por los pies y el báculo. Los guardias huyen aterrorizados y el joven se dirige a su casa, recoge a sus hermanas Sabina y Cristeta y huyen los tres a través de la Sierra que hoy lleva su nombre. Daciano envía un destacamento para detenerlos. Los tres hermanos serán capturados cerca de Ávila y martirizados cruelmente.
El sepulcro de los Santos Mártires, en la basílica de San Vicente de Ávila, es uno de los más bellos del arte románico español. En las paredes norte y sur del sepulcro se hallan esculpidas las escenas más importantes de la vida y del martirio de los tres jóvenes talaveranos: sus prácticas de piadosos cristianos en Talavera, la cruel persecución de Daciano que pretendía que Vicente honrase a los dioses ofreciéndoles incienso, la negativa de Vicente, la huida de éste con sus hermanas a través de la sierra hacia Ávila y su llegada a la ciudad, su prendimiento y el doble martirio (descoyuntamiento en el potro de tortura y aplastamientos con los bloques de piedra)…
El Relicario de Talavera de la Reina
Para preservar las reliquias de los santos mártires Vicente, Sabina y Cristeta de la invasión musulmana, según recoge la “Crónica” de Alfonso X, el Sabio, se transportaron de Ávila al Monasterio de San Pedro de Arlanza en 1063. Después, debido al estado de destrucción de este convento, se trasladaron en 1835 a la iglesia mayor de San Cosme y San Damián de Covarrubias y luego a la capilla de los Mártires de la Catedral burgalesa, donde permanecían hasta que se autorizó el traslado de una parte a Ávila en el año 2002, puesto que el magnífico sepulcro de la Basílica de san Vicente de Ávila permanece vacío. Ildefonso Fernández en su “Historia de Talavera de la Reina”, editada en el año 1896, explica que “al monasterio burgalés de San Pedro de Arlanza acudió la villa de Talavera suplicando, en 1638, que se le concediese alguna parte de tan venerandos recuerdos, a lo cual accedió aquella comunidad… según se detalla al por menor en un pergamino guardado en la misma arquita en que las dichas reliquias se custodian en la Colegial de Talavera”.
No podemos olvidar el valor histórico y religioso de éstas reliquias y su importante significado en la historia de la fe cristiana en España ya que fueron referencia de identidad católica de los reinos medievales españoles. Os invitamos a conocer más a estos mártires visitando la iglesia Colegial de Talavera de la Reina. Así como la magnífica Basílica de San Vicente de Ávila donde está el cenotafio y las arquetas con las reliquias de los tres hermanos que reposan bajo el altar mayor. Y, cómo no, el increíble paraje de la Sierra de San Vicente y cada de sus pueblos.