Su seráfico padre San Francisco de Asís fue un serafín abrasado en el amor de Cristo Redentor y lloraba y suspiraba exclamando: ¡El Amor no es amado!, y el taumaturgo paduano heredó en toda la plenitud este espíritu del llagado Patriarca, que fundó por excelencia la Orden de amor, la Orden Seráfica.

Paradójicamente, San Francisco de Asís, que se llamaba a sí mismo un hombre sin letras, un ignorante, siempre atrajo el interés de los intelectuales. San Antonio, un intelectual de primer orden, que se ganó el virtual epíteto de Doctor de la Iglesia alcanzó quizás una proyección más universal, pero entre gente sencilla.

Mientras que un número considerable de personas y familias, sobre todo en Europa, se toman vacaciones en esta época estival, no está de más recordar las últimas vacaciones de San Antonio, pasadas en Camposampiero (o Campo de San Pedro), a unos 24 de kilómetros de la ciudad de Padua (su residencia habitual durante los últimos años de su vida).

San Antonio pone gran énfasis en las virtudes de María, además de sus privilegios. Me complace recordar las llamadas virtudes teologales de la fe, la esperanza, la templanza y la prudencia. San Antonio es muy ingenioso al aplicar esto último a María:

La Virgen María fue una de las guías de San Antonio para llegar a Jesús. El cristocentrismo de la Escuela Franciscana tiene en el Doctor Evangélico su primera e inspiradora expresión. Dedicaremos algunos artículos a destacar el lugar que ocupa María en la obra escrita de San Antonio, que no es poco.

La Virgen María fue una de las guías de San Antonio para llegar a Jesús. El cristocentrismo de la Escuela Franciscana tiene en el Doctor Evangélico su primera e inspiradora expresión. Dedicaremos algunos artículos a destacar el lugar que ocupa María en la obra escrita de San Antonio, que no es poco.

San Antonio dedicaba particular devoción al Niño de Belén, después de que el Padre Seráfico montase en Greccio, un monumental nacimiento, en la Navidad de 1223.

El Doctor Evangélico inicia la serie de Sermones Festivos con el de la Natividad del Señor. En él, sobretodo, aunque también en los demás, manifiesta una ternura muy especial por Jesús infante y por su madre María. Escribe así:  La Virgen dio a luz un Hijo.