La verdadera grandeza se logra mediante la expansión al tú. Quien está abierto tiene la posibilidad de conquistar a los demás con pequeños actos de servicio: mientras trabaja, vive y hace, descubre las necesidades de los otros y esta percepción posibilita el que pueda interrumpir su quehacer para atender dicha necesidad. De esta manera, envía el siguiente mensaje: ¡qué grande eres para mí!, me importas mucho, te quiero… Y por eso, la persona con grandeza de ánimo resulta atractiva para quienes conviven con ella.
Se puede pensar que la grandeza de ánimo es algo reservado a personas extraordinarias que han de realizar grandes tareas o desempeñar puestos relevantes de trabajo. No. Cada uno de nosotros la puede adquirir si se entrena con lo que tiene que hacer cada día. Ese entrenamiento debe apuntar a…
· La competencia: saber hacer. Conlleva estudiar, volver a leer, repasar…, con el fin de prepararse bien para poder ayudar mejor a los otros.
· La calidad: se refiere al trabajo bien hecho. Requiere de la paciencia y la perseverancia.
· El espíritu de servicio: predisposición de ayuda sin buscar el interés propio. Requiere poner el foco de la mirada en los otros. Y se concreta en actos que se llevan a cabo. Decía Séneca los pequeños actos que se ejecutan, son mejores que todos aquellos que se planean.
Por último, los hijos tienen hoy un peligro manifiesto: confundir la grandeza de ánimo con la fantasía imaginativa en la que una/uno es la/el protagonista en un mundo virtual. La grandeza de ánimo apunta a un nivel de aspiraciones alto… pero realista.