Lectura 1
Yo libertaré a mi pueblo del país de Oriente y de Occidente
Lectura del profeta Zacarías 8,1-8
En aquellos días, vino la palabra del Señor de los Ejércitos.
Así dice el Señor de los Ejércitos:
- Siento gran celo por Sión,
gran cólera en favor de ella.
Así dice el Señor de los Ejércitos:
- Volveré a Sión
y habitaré en medio de Jerusalén.
Jerusalén se llamará «Ciudad Fiel»,
y el monte del Señor de los Ejércitos,
«Monte Santo».
Así dice el Señor de los Ejércitos:
- De nuevo se sentarán en las calles de Jerusalén
ancianos y ancianas,
hombres que, de viejos,
se apoyan en bastones.
Las calles de Jerusalén se llenarán de muchachos
y muchachas que jugarán en la calle.
Así dice el Señor de los Ejércitos:
- Si el resto del pueblo
encuentra esto imposible aquel día,
¿será también imposible a mis ojos?
-oráculo del Señor de los Ejércitos-.
Así dice el Señor de los Ejércitos:
- Yo libertaré a mi pueblo
del país de Oriente y del país de Occidente,
y los traeré para que habiten
en medio de Jerusalén.
Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios
con verdad y con justicia.
Salmo
Sal 101, 16-18. 19-21. 29 y 22-23
R. El Señor reconstruyó Sión y apareció en su gloria.
Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión
y aparezca su gloria,
y se vuelva a la súplica de los indefensos
y no desprecie sus peticiones.
Quede esto escrito para generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.
Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia,
para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén;
cuando se reúnan unánimes los pueblos y los reyes,
para dar culto al Señor.
Evangelio
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
- ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
- Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño come este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.
Comentario del Papa Francisco
“Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado”… Cada uno de nosotros tiene uno que nos acompaña. ¡Está siempre con nosotros! Y esto es una realidad. Es como un embajador de Dios que está con nosotros. Y el Señor nos aconseja: ¡Ten respeto por su presencia! Y cuando nosotros, por ejemplo, hacemos una cosa mala y pensamos que estamos solo nosotros: no, está él. Ten respeto por su presencia. Escucha su voz, porque él te aconseja. Cuando escuchamos esa inspiración: Pero haz esto… esto es mejor, esto no se debe hacer… ¡Escucha! No te rebeles… Y este respeto y escucha a este compañero de camino se llama docilidad. El cristiano debe ser dócil al Espíritu Santo. La docilidad al Espíritu Santo comienza. Con esta docilidad a los consejos de este compañero de camino. El ángel de la guarda nos defiende siempre y sobre todo del mal.