En aquel tiempo, dijo el Señor:
- ¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos?
Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis».
Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de recaudadores y pecadores».
Sin embargo, los discípulos de la Sabiduría le han dado la razón.
Comentario del Papa Francisco
La voz del Bautista grita también hoy en los desiertos de la humanidad, que son -¿cuáles son los desiertos de hoy?- las mentes cerradas y los corazones duros, y nos hace preguntarnos si en realidad estamos en el buen camino, viviendo una vida según el Evangelio (Lc 3, 1-6). Hoy, como entonces nos advierte con las palabras del profeta Isaías: “Preparad el camino del Señor, Allanad sus senderos” (v. 4). Es una apremiante invitación a abrir el corazón y acoger la salvación que Dios nos ofrece incesantemente, casi con terquedad porque nos quiere a todos libres de la esclavitud del pecado.