Usted está aquí

Una vida corta, pero muy fructífera y bendecida

Vida de San Antonio

¡Qué vida tan corta!, pero que repleta de buenas obras y de frutos de apostolado, que han servido para que su memoria y devoción haya perdurado a través de los siglos, haciendo de San Antonio un santo universal, al que todos acudimos para que interceda ante Dios en nuestras necesidades espirituales y materiales.

San Antonio se había retirado a la casa del Conde Tiso, en Camposampiero, a unos 20 Km. de Padua; estaba siempre acompañado por Fray Luca Belludi o el hermano Ruggiero. “La harmonía y pureza de la naturaleza, el ambiente del castillo, la compañía de los dos hermanos franciscanos, la comida sana, los paseos por el campo eran las razones que el Conde Tiso puso a disposición de Antonio para ayudarle a descansar y sentirse mejor. Era en vano. Para Antonio no habría más paz en esta tierra ni en su vida”[1]

“Era el 13 de Junio de 1231, en bello y caluroso día cuando Antonio dijo “Qué bueno sería si me muriera hoy.…” Mientras estaba sentado a la mesa y mirando al sur, hablando de la Virgen María, la obra maestra mostrando el amor de Dios, el hermano perdió el sentido y cayó en los brazos de sus hermanos.”

Traslado a Padua

Rápidamente, los hermanos franciscanos y el Conde Tiso le instalaron en un carruaje y partieron para Padua; en el camino pararon en Arcella, en un monasterio franciscano, cerca de las hermanas Pobres de Clara. San Antonio no tuvo fuerzas para hablar, y con voz débil sólo dijo: “Me quiero confesar”. Fijando los ojos en el cielo, sonriendo en éxtasis, Antonio se confesó y recibió la Extrema Unción.

“El hermano Luca se interesó por cómo se encontraba y que veía. Con una voz dulce, tranquilo y confidente, Antonio respondió: ¡Veo a mi Señor!”[2]

Antonio murió el 13 de Junio de 1231, alrededor de las 4 de la tarde. La noticia corrió rápidamente por Arcella, la comunidad franciscana y la ciudad de Padua.

En este punto podemos recordar un sermón, en el que San Antonio tocó el tema de la muerte: “Los que han vivido rectamente están siempre dispuestos para retornar a la casa del Padre, “devolver” el alma al Creador, cuando Él elige que es el momento correcto. El que vive y trabaja durante su vida con la paz de Dios dentro de su corazón morirá seguramente, en la paz del Señor… Como el chiquillo que corre gritando a los brazos de su madre, y su madre le seca las lágrimas, es lo mismo para el santo hombre, alejarse de las lágrimas terrenales, para ir a abrazar a Dios, que secará las lágrimas de nuestros ojos y caras….”[3]

Aclamado santo

Tan pronto como la noticia se extendió por Padua, se produjo una disputa por la posesión de su cuerpo, que estuvo a punto de provocar graves enfrentamientos, que, gracias a la intervención divina, no fueron a mayores. La sabiduría de los hermanos franciscanos el pueblo se calmó. Conforme a los deseos expresados por Antonio y de conformidad con la decisión de los superiores de los franciscanos de Padua, su cuerpo fue enterrado en la iglesia de Santa María “Mater Domini” el Martes 17 de Junio de 1231.

La Misa funeral fue celebrada por el Obispo de Padua, con la asistencia de muchos franciscanos, sacerdotes diocesanos, religiosos de otras órdenes y muchísima gente. La única expresión, que se escuchaba, una y otra vez, en boca de toda la gente, incluso de chicos, era “El Santa ha muerto”.

San Antonio fue canonizado el 30 de Mayo de 1232, el día de Pentecostés, en la Catedral de Spoleto. Treinta y cinco milagros habían sido atribuidos a la intercesión de San Antonio.

Comité de Redacción

 

[1] Del libro “San Antonio, el santo del mundo”

[2] ibídem

[3] ibídem