Lectura 1
Habéis dicho: que reine un rey sobre nosotros, siendo así que vuestro rey es el Señor
Lectura del libro de los Jueces 9,6-15
En aquellos días, los de Siquén y todos los de El Terraplén se reunieron para proclamar rey a Abimelec, junto a la encina de Siquén.
En cuanto se enteró Yotán fue y, en pie sobre la cumbre del monte Garizín, les dijo a voz en grito:
- ¡Oídme, vecinos de Siquén, así Dios os escuche!
Una vez fueron los árboles a elegirse rey,
y dijeron al olivo: «¡Sé nuestro rey!»
Pero dijo el olivo:
- ¿Y voy a dejar mi aceite,
con el que engordan dioses y hombres,
para ir a mecerme sobre los árboles?
Entonces dijeron a la higuera:
- ¡Ven a ser nuestro rey!
Pero dijo la higuera:
- ¿Y voy a dejar mi dulce fruto sabroso,
para ir a mecerme sobre los árboles?
Entonces dijeron a la vid:
- ¡Ven a ser nuestro rey!
Pero dijo la vid:
- ¿Y voy a dejar mi mosto,
que alegra a dioses y hombres,
para ir a mecerme sobre los árboles?
Entonces dijeron todos a la zarza:
- ¡Ven a ser nuestro rey!
Y les dijo la zarza:
- Si de veras queréis ungirme rey vuestro,
venid a cobijaros bajo mi sombra;
y si no, salga fuego de la zarza
y devore a los cedros del Líbano.
Evangelio
¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 20,1-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
- El Reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo:
- Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido.
Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
- ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?
Le respondieron:
- Nadie nos ha contratado.
Él les dijo:
- Id también vosotros a mi viña.
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
- Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo:
- Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno.
Él replicó a uno de ellos:
- Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.