Lo contrario del egoísmo es el amor, poderosa cualidad humana. El amor es punto de contacto entre las personas y camino por donde todos podemos encontrarnos, sostenernos, ayudándonos mutuamente. Hasta el corazón más duro tiene estremecimientos de compasión y de amor.
Cierto personaje escribió esto: “Solo una vez me es dado pasar por este camino. Todo el bien que, entretanto, pueda hacer, permitirme hacerlo en este instante, y dejarme también manifestar ahora mismo mi ternura, no me lo estorbéis, dejadme, no quiero descuidarlo ni demorarlo, pues por este camino ya no podré pasar jamás.”
La convivencia familiar, y social, sería muy distinta si todos tuviéramos el afán de arrancar cardos y plantar flores; de modo discreto, con bondadosa paz, sin esperar nada…
dando siempre. Si sembramos amor donde no hay amor, tarde o temprano cosecharemos amor. El amor está en todas partes… también en nosotros si queremos amar. Dicen que durante la Guerra Mundial, Jean Effel se consagró como dibujante. Sus dibujos destilaban
ironía, ternura, amor, compasión y gracia. En uno de sus dibujos, se ve la figura de un aviador que acaba de arrojar una bomba. Un angelito la recoge y, revoloteando, la devuelve al aviador a la vez que le dice. ¿Se le ha perdido esto, señor?
Si con amor y benevolencia vamos recogiendo tanto mal desparramado por el mundo, devolviendo una sonrisa a los insultos de los demás; si vamos impidiendo que estallen sobre los demás las bombas explosivas de tanta amargura; de los malos humores y malos tratos, la sociedad humana será digna de este nombre.