Esta última, introducida por el Concilio IV de Toledo, es la que luego fue llamada mozárabe. Estas liturgias estaban consignadas en los libros litúrgicos llamados Sacramentarios. Son particularmente célebres: el Sacramentario Leoniano, del siglo V; el Gelasiano, del VII, y el Gregoriano, del VIII.
Liturgia eucarística
La ceremonia litúrgica por antonomasia es la Misa. Ésta siguió en su desarrollo normal. En este tiempo aparece ya el nombre de Misa. Se fijaron las diversas partes de ella, que eran la Misa de los catecúmenos y la de los fieles. La primera llegaba hasta el Evangelio y el sermón que seguía. La segunda, desde el ofertorio al final. La Comunión de los fieles era en un principio como esencial en la Misa. Pero poco a poco se hizo menos frecuente.
Se recibía en pie, sobre la palma de la mano. Las mujeres, sobre un paño de lino.
Otras prácticas del culto
Se desarrolló también en este tiempo la predicación litúrgica durante la Misa. Lo más común eran las homilías sobre la Sagrada Escritura. Esto dio ocasión a las preciosas series que poseemos de San Juan Crisóstomo, San Agustín y otros. El canto litúrgico durante la liturgia o la Misa se fue desarrollando también. Por esto aparecen las scholae cantorum y las preciosas colecciones de himnos de San Ambrosio y otros. Sobre esto se fundó el canto gregoriano.
El oficio divino se inicia en este período. Aparece, en primer lugar, la Tercia, Sexta y Nona. Luego siguieron los Maitines y Laudes, las Vísperas (los tres nocturnos). La Nona se añadió más tarde y las Completas separadas de las Vísperas.
Compendio de Historia de la Iglesia Católica
Bernardino Llorca, S.J