Basílicas
Por las noticias que poseemos, estos templos se construyeron ordinariamente en el estilo de la basílica, y, en pocos casos, de la rotonda. La basílica tiene su inspiración en la casa romana, y, sobre todo, en la basílica romana, que era el local destinado a un gran mercado o lugar de reunión. Sus características eran: delante de la misma había un patio rodeado de columnas: el atrio. En la entrada se hallaba el narthex, o vestíbulo, donde se colocaban los que hacían penitencia pública. En el interior había, de ordinario, tres naves. Desde la central se subía al praesbiterium, o sanctuarium, en cuyo centro se hallaba el altar, llamado de ordinario sacra mensa. En el fondo, el ábside, y en el centro del mismo, la cátedra episcopal. Junto a la iglesia solía construirse el baptisterio.
El estilo bizantino
Este estilo fundamental fue transformado en Oriente, dando por resultado el estilo bizantino.
En un principio tomó la forma de grandes rotondas cubiertas con cúpula; pero luego se ideó una mezcla de basílica y rotonda, que es lo característico del arte bizantino. Son ejemplos clásicos, la iglesia de Santa Sofía, de Constantinopla, y las de San Vidal, de Rávena.
Ornamentación y orfebrería
Mas, como era natural, se procuró decorar dignamente estos lugares del culto. El punto de partida era siempre el altar. Por esto se lo cubrió con baldaquino, se le pusieron antipendiums y se adornó el sagrario en forma de paloma, colgado en el centro.
Los instrumentos del culto fueron objeto de obras de arte, sobre todo el cáliz y la patena. La orfebrería hizo en esto obras preciosas. Igualmente se introdujeron las diferentes piezas de la indumentaria litúrgica: la casulla, que es un desarrollo de la paenula usada por los romanos; el alba, que procede de la túnica romana; el amito se introdujo posteriormente.
En el adorno de las paredes se empleó con toda profusión la pintura y el mosaico, por lo cual las basílicas y, sobre todo, las iglesias bizantinas, conservan todavía ejemplos preciosos de frescos y mosaicos.
Vida cristiana
Con el apogeo y prestigio exterior del Cristianismo, con la exuberancia del culto y el ambiente cristiano que se respiraba, no es de sorprender que la vida cristiana fuera, en realidad, próspera e ideal. Por esto, a pesar de las muchas aberraciones de las herejías y la relajación de algunas sectas cristianas, y las deficiencias y lacras sociales, que con tanta vehemencia flagelan San Juan Crisóstomo y, más tarde, San Gregario Magno, podemos decir que el estado del cristianismo supone un nivel elevado de moral.
De un modo particular se advierte el espíritu y alta moral cristiana en las obras de caridad.
Los Papas y los grandes Santos, como san Ambrosio, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, fueron modelos de caridad con el prójimo. Se establecieron refugios de pobres, albergues de forasteros, una especie de hospitales. Surgieron grandes héroes de la caridad, como Fabiola, en Roma; Pamaquio, en Porto, y la Casa nueva de San Basilio, en Cesárea
Compendio de Historia de la Iglesia Católica
Bernardino Llorca, S.J.