Las protagonistas de esta ocasión son dos hermanas que vienen a buscar algo para adornar el altar de su capilla; hacen parte de la vida cotidiana de la ciudad. Llevan un hábito crema con una cruz latina roja sobre el escapulario marrón oscuro o negro. Una de ellas, la que parece de mayor edad, mira y escoge con atención qué flores llevarse; su joven acompañante la observa con serenidad. La tarea es ordinaria, nada de especial, ir al mercado a comprar, pero su gesto, su compostura, llaman la atención: es el suave aroma de la dignidad.
Recorro con la mirada el puesto, pensando qué planta me llevaría yo… ¡uhm!, casi siento el perfume de las flores y el olor de la tierra húmeda de las macetas. Levanto la vista y, al fondo, me parece escuchar el canto de los pájaros a la sombra del follaje.
Los colores vivos del cuadro y el sol que lo ilumina nos hablan de la serena felicidad de una vida ordenada y apacible. Hoy, ver en la calle a monjas con hábito, o curas vestidos de cura, es inusual. Y la dulzura de la vida, muchas veces, ha sido sustituida por la inquietud, por la amargura y por la tristeza proveniente de la conciencia de un mundo perdido... que sólo depende de nosotros volver a encontrar.
Victor Gabriel Gilbert nació en París, el 13 de febrero de 1847. Gilbert se destacó enseguida como pintor de escenas parisinas, de los mercados, puestos de flores y vendedores ambulantes. Fue un artista de gran éxito, cuyas obras fueron buscadas en toda Europa y en América del Norte. Murió en París en 1833.