Se casó con Jezabel, mujer malvada que, por conseguir que todos adorasen a Baal, hizo dar muerte a todos los profetas del Señor que consiguió encontrar. Elías, que era el único que había logrado escapar a las pesquisas de aquella reina impía, se presentó intrépidamente a Acab y le dijo: “En nombre del Señor, en cuya presencia estoy, no caerá en estos años lluvia, ni rocío hasta que yo lo diga”.
Elías alimentado por cuervos
Al oír las palabras y amenazas del santo profeta, montó en cólera el rey y trató de hacerle matar, pero Elías, avisado por Dios, se escondió cerca del arroyo de Carit, al lado del Jordán. Como no tuviese allí con qué alimentarse, el Señor le envió algunos cuervos que mañana y tarde le llevan pan y carne.
¡He aquí cómo Dios cuida con solicitud de los suyos! Sirvamos al Señor y Él nos proveerá en todas nuestras necesidades.
Milagros de Elías
No pasó mucho tiempo sin que sobreviniese la sequía que había anunciado. Debido a ésto, se secó también el arroyo de Carit, y Elías empezó a padecer sed. Avisado por el Señor, fue a vivir a Serepta, ciudad de Fenicia.
Al llegar cerca de las puertas, halló a una viuda que recogía leña y le dijo: “Dame, por favor, un poco de agua para beber.” La mujer, que era caritativa y servicial, corrió a buscar agua, pero el profeta gritó a su espalda: “Tráeme también, te ruego, un poco de pan.” Ella contestó: “Sabe Dios que no tengo pan en casa, sino un poco de harina en una artesa y un poco de aceite en la aceitera. He recogido esta leña para ir a cocerlo para mí y para mi hijo y comérnoslo, y después morirnos.” Dicho esto, se echó a llorar amargamente. Elías dijo: “No temas, no te turbes. Ve y hazme con esa harina una torta.”
Obedeció la mujer y preparó lo que le había mandado el hombre de Dios. Y comió Elías, ella y su hijo, estando todos llenos de reconocimiento hacia el Señor.
Desde aquel día ya no faltó harina en la artesa, ni aceite en la aceitera, mientras duró la carestía.
Algún tiempo después, el hijo de la viuda enfermó de gravedad y murió. Sumamente dolorida la desconsolada madre acudió a Elías, el cual invocó el nombre del Señor y volvió la vida al niño. ¿Puede haber algo imposible para el Señor? Aquel que da la vida puede restituirla cuando se ha perdido.