Clodoveo y los merovingios
En las Galias, por donde habían pasado tantos otros pueblos, quedaron definitivamente un núcleo de visigodos en la Septimania y los borgoñones en lo que se llamó la Borgoña. Pero los que se apoderaron de casi todo el territorio y luego le dieron el nombre, fueron los francos. Procedían del norte de Europa y fueron ocupando gran parte de las Galias. Su rey, Clodoveo (481-511), hombre enérgico y de grandes cualidades, después de ganar una batalla a los alamanes, se convirtió al Cristianismo el año 496. Su ejemplo fue seguido por su pueblo, que poco a poco se convirtió en un pueblo cristiano. Aunque la conversión fue sincera, se tuvieron que vencer muchas dificultades.
A la muerte de Clodoveo se dividieron sus Estados en los dos grandes territorios de Austrasia y Neustria, y siguieron grandes rivalidades entre ellos. Son célebres en la Historia las de Brunequilda y Fredegunda. Con esto se dio principio a la serie de los reyes merovingios, entre los que sobresale Dagoberto I (528-538), quien reanimó de nuevo el Cristianismo decaído. A su muerte se inició el periodo de los reyes holgazanes, que entregaban todo el gobierno a los mayordomos de palacio. En este tiempo se distinguieron en la Iglesia franca: San Gregorio de Tours (+ 594), San Remigio de Reims, quien bautizó a Clodoveo, y San Cesáreo de Arlés (+542).
Los borgoñones, que se habían vuelto arrianos, abrazaron definitivamente el Cristianismo a principios del siglo VI. Su apóstol fue San Avito de Vienne.
Mapa de Europa a comienzos del siglo VI.
Alemania
Después de la invasión de los pueblos bárbaros, el Cristianismo quedó casi deshecho. Desde entonces, aunque con bastante dificultad, se fueron consolidando estos núcleos cristianos.
La Turingia-Renania fue cultivada por monjes irlandeses, sobre todo San Kiliano. Son también célebres: San Goar, hacia el año 560; San Kuniberto (+633) Y San Amando (+660). Fueron célebres las sedes de Colonia y Maguncia. Entre los alamanes y suabios, trabajaron: San Fridolin (+530); más tarde, San Columbano (+ 615), que vino de la Borgoña y luego pasó a Italia y fundó el monasterio de Bobbio; San Trudberto (+ 643), y algo después, San Pirminio. Fueron célebres Metz y Estrasburgo.
En Baviera y Austria se distinguieron: San Ruperto de Worms, San Emmerano (+715), San Corbiniano (+ 730) y las diócesis de Augsburgo, Ratisbona y Freising.
Compendio de Historia de la Iglesia Católica
Bernardino Llorca, S.F.