Tened mucho cuidado para que nadie os engañe, porque vendrán varios que dirán. “Yo soy el Cristo”, y seduciran a muchos.Oiréis hablar de guerras, de sediciones; se rebelará una nación contra otra y un reino contra otro reino; habrá pestes, hambres, terremotos en diferentes lugares. El cielo dará señales de grande espanto, pero esto no será sino el principio de los males.
Cuando se haya predicado el Evangelio en todo el mundo, entonces vendrá el fin. Vereís la abominación en la Ciudad Santa, la tribulación será grande, cual no la ha habido desde el principio del mundo ni la habrá jamás. Se levantaron falson Cristos y falsos Profetas; los cuales obrarán tales prodigios y maravillas que engañarían hasta a los elegidos, si posible fuera. Pero acordaos que os lo he dicho; no los creáis. Si os dijeren: “Cristo está aquí, Cristo está allá”, no salgáis.
Despuiés de la tribulación de aquellos días, se oscurecerá el Sol, la Luna perderá la luz, caerán las estrellas del cielo, los elementos del aire estarán revueltos y los hombres temblarán de espanto.
Entonces aparecerá en el cielo la señal de Salvador a quien todas las tribus de la tierra, golpeándose el pecho, verán venir sobre las nubes, con gran majestad. El enviará a sus ángeles quienes, con toques de trompeta y sonora voz, reunirán a los elegidos de los cuatro vientos, desde un extremo a otro de los cielos. Vendrán numerosísimos escuadrones de ángeles, sentados con El en el trono de su gloria.
Reunidas todas las naciones delante de El, separará a los buenos de los malos; y el Rey de la gloria dirá a los que están a su derecha: “Tenía hambre y me disteis de comer; tenía sed y me disteis de beber; estaba desnudo y me vestisteis; era peregrino y me hospedasteis.” Dirán los justos: “¿Cuándo hemos hecho esas obras?” Jesús contestará: “Lo que hicisteis a los desgraciados, a mi me lo hicisteis. Vosotros, pues, benditos de mi Padre celestial, venid a poseer el reino que os está preparado desde el principio del mundo.” Se volverá después a los que están a la izquierda; los reprochará durante porque no tuvieron caridad con los pobres, y luego les dirá: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno.”
Respecto al día en que acontecerán estas cosas a nadie lo sabe, sino mi Padre celestial y aquellos quienes le pluguiere revelárselo. Velad, pues, y orad, para que no os sorprenda. En verdad os digo que pasarán el cielo y la tierra, pero mis palabras no pasarán.