Son innumerables los testimonios de su gran devoción, recogimientos, fervor con que la celebraba, lo mismo en su capilla, en una parroquia, en una catedral, en una montaña, en el borde de un lago o en un estadio con multitudes de fieles. Su corazón y su alma estaban metidos en las profundidades de su fe, como traspasado en la dimensión de Dios.
Escribió en 2003 la carte encíclica “Ecclesia de Eucharistia”, la Iglesia vive de la Eucaristia, instituyó el año de la Eucaristía de Octubre 2.004 a 2.005 con una preciosa carta apostólica “Quédate con nosotros”.
Tenemos en España 22 centros de Adoración Perpetua, que nos brindan una ocasión para unirnos en oración y agradecimiento a este Papa que nos ayudó a mirar “para arriba”, y a todos los Santos conocidos por su amor a la Eucaristía. Esta frase “quédate con nosotros”, dicha por los discipulos de Emaús, ha recobrado todo su vigor con este Papa polaco y se actualiza cada vez que hacemos un rato de oración delante del Santísimo expuesto en la Sagrada Custodia.
“Deseo recordar brevemente que el culto eucarístico contituyen el alma de toda la vida cristiana”
“La Santa Misa es el centro y raiz de toda vida interior y el culto que se da a la Eucaristía fuera de la Misa es de un valor inestimable en la vida de la Iglesia”.
Su amor a los Santos
Desde los primeros estudios de bachillerato, gracias a la influencia de un sastre-catequista de su parroquia, llamado Jan Tyranowski, gran admirador de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Avila, el joven Wojtyla se introdujó en la mística carmelita con toda la pasión propia de su temprana edad. Siendo más tarde sacerdote, se inspiró de la piedad de otro gran Santo, Juan María Vianney, el Párroco de Ars.
Con la ocupación nazi y la llegada del comunismo en Polonia, el joven Karol Wojtyla se enfrentó a una durísima persecución, que puso de manifiesto el heroismo de muchos fieles y consagrados en particular el cardenal Wyszynski. Luego nombrado Cardenal empezó a recorrer todo el mundo fijándose en mucha gente santa, como la hermana Teresa de Calcuta. Eso le animó a beatificar y a canonizar a mártires, a fundadores, la misma Teresa de calcuta, el Padre Maximiliano Kolbe, sor Faustina KowalsKa, apostol de la Divina Misericordia, San Josémaría, Edith Stein; en total 1.345 beatificaciones y 483 canonizaciones. Ante algunas críticas a este respeto, decía él con ironia: “Es culpa del Espíritu Santo. Quizo encender en este mundo tan descristianizado muchas luces de santidad capaces de iluminar a las almas de buena voluntad. Su lema “No tengáis miedo” alumbró el fervor de muchos jovenes hacia la vocación sacerdotal o religiosa.