No podía ser menos en el caso de Fernando Martins de Bulhôes, al que, desde pequeño, sus padres y los ambientes familiar y social, le fueron inculcando y haciéndole vivir en una presencia constante de Dios y una devoción y amor muy especiales a la Virgen María.
Una prueba de ello la vivimos cuando, de niño, estando un día subiendo por las escaleras de la torre de la catedral de Lisboa, fue tentado por el demonio y no dudó en encomendarse a la Virgen María y trazar una cruz en la pared (todavía se puede ver cuando se visita la catedral), venciendo la tentación.
Sermones Marianos
San Antonio fue famoso por sus predicaciones y por los sermones que escribió sobre muy diversos temas; entre estos sermones están los dedicados a la Virgen María. Es interesante destacar algunas de sus alabanzas a Ella, a la que comparaba con diferentes figuras de la Biblia
Como Esther
“Es también amable la Bienaventurada Virgen, que mereció recibir al Salvador de todos. Está nuestra gloriosa Esther, fue conducida por mano de los ángeles a la cámara del rey Asuero, al celestial lábaro en el que está sentado en solio de estrellas el Rey de los reyes, la Bienaventuranza de los ángeles, Jesucristo, quien quedó prendado de la misma gloriosa Virgen, de la cual tomó la carne, y que halló delante de Él gloria y misericordia más que todas las otras mujeres”.
Como el olivo y el líbano
“Y será su gloria como el olivo y su aroma como el Líbano. El olivo significa la paz y la misericordia; luego la Bienaventurada María, nuestra Mediadora, restablecerá la paz entre Dios y los hombres. Representa el olivo también la misericordia; por lo cual dice San Bernardo: ¡Oh hombre!, tienes asegurado tu acceso hasta el Señor, toda vez que tienes ante el Hijo a la Madre y al Hijo ante el Padre.
Y su aroma como el del Líbano. Líbano se interpreta la acción de blanquear, y significa el candor de la inocente vida de María, cuyo olor, por doquiera difundido, exhala vida para los muertos, perdón para los desesperados, a los penitentes gracia y a los justos gloria. Así pues, por los méritos y preces de Ella, el rocío del Espíritu Santo refrigere el ardor de nuestra mente, perdone los pecados, infunda la gracia, para que merezcamos llegar a la gloria de la vida eterna e inmortal, por el don de Aquel que es bendito por los siglos de los siglos. ¡Amén!”.
Como el desierto
“El desierto es símbolo de la bienaventurada Virgen, de la que dice Isaías (16, 1): Envía, oh Señor, al cordero, y no a un león que tenga dominio sobre la tierra, y no la desbaste, desde la piedra del desierto, o sea desde la bienaventurada Virgen, al monte de la hija, o sea a la Iglesia que es la hija de Sión, o sea, de la Jerusalén celestial.
La bienaventurada Virgen es llamada piedra del desierto: piedra no arable, en la que la serpiente, que ama la oscuridad, o sea al diablo, no pudo dejar huella, como dice Salomón (Pr 30, 18-19).
Se la llama también piedra del desierto, porque permanece intacta, no fecundada por hombre, sino por obra del Espíritu Santo”.
Como la Estrella
“María se interpreta estrella del mar. Oh humilde, radiante estrella, que iluminas la noche, nos guías al puerto, brillas como llama y señalas a Dios Rey de los reyes, de quien son estas palabras: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,29). El que carece de esta estrella es un ciego que camina a tientas, cuya nave se rompe en la tempestad, sumergiéndose en medio de las olas...”
Como puerta
“Se dice puerta, porque sirve para entrar o sacar algo de la misma. Admirable designación de la bendita Virgen María, por la cual sacamos los dones de las gracias. Ella fue la puerta del santuario exterior, no la del interior, porque el santuario interior es la divinidad y el exterior la humanidad”.
Comité de Redacción
Algunos datos están tomados del libro: San Antonio de Padua – P. Thomas de Saint-Laurent – EL PAN DE LOS POBRES.