Y hasta el Salvador mismo se había hospedado en ella más de una vez.
Mientras predicaba, al otro lado de Jordán, fueron a anunciarle que Lázaro estaba gravemente enfermo. Jesús tardó algo, antes de ir a verle, y llegó a los cuatro días de haber sido sepultado. María Magdalena estaba triste en su casa en compañía de algunos judíos que habían ido de Jerusalén para consolarla. Su hermana Marta, sabedora de que Jesús iba a visitarlas, salió a recibirle, y luego que le vió, le dijo:
-Señor, se hubieseis estado aquí, mi hermano no habría muerto. Jesús se turbó a la vista de aquel llanto, y habiendo preguntado dónde estaba, le llevaron al sepulcro que estaba cerrado con una losa. Al verlo el Salvador se conmovió de tal modo que empezó a llorar. Por esto dijeron los judíos: -¡Ved como le amaba¡
Otros decían: -Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no habría podido impedir que muriese? Jesús se conmovió nuevamente, y mandó que quitaran la losa que cubría el sepulcro.
Entonces dijo Marta: -Hace cuatro días que está muerto y ya hiede. A lo que replicó Jesús: -¿No te he dicho por ventura que, si tuvieres fe verías la gloria de Dios?
Quitaron la piedra, y levantando Jesús los ojos al cielo, después de haber dado gracias al Padre, que siempre le había escuchado, gritó: -Lázaro, sal fuera. A estas palabras Lázaro salió inmediatamente fuera, atado de pies y manos cubierto el rostro con un velo. Jesús dijo a los Apóstoles: -Desatadle y dejadle ir.
Así tuvo lugar resurrección de Lázaro. Lázaro en el sepulcro es imagen del hombre en pecado. Puede resucitar de la muerte del alma, si corresponde a la voz del Señor que le llama a la penitencia, y, en absolviéndole los sacerdotes, quedará libre de sus pecados.