Pero, al oír cantar el gallo dos veces, recordó lo que le había dicho el Redentor, que en ese mismo momento le dirigío una mirada cariñosa. Se arrepintió de corazón, salió de aquel lugar peligroso y lloró amargamente su pecado.
Desesperación de Judas
No hizo lo mismo Judas. La mañana siguiente, habiendole oído que su divino Maestro había sido declarado reo de muerte, fue donde estaban los príncipes de la Sinagoga y, entregándoles del dinero que le habían dado, les dijo:
-He pecado entregando la sangre de un justo.- A lo que le contestron:
-¿Qué nos va en ello? Tenías que haberlo pensado antes.- Él entonces, en lugar de arrepentirse, tiró los dinros en el templo, y huyendo desesperado fue a ahorcarse en un árbol con un cabestro, y como se le abriera el vientre, sus entrañas se desparramaron por el suelo.
Jesús es llevado ante Poncio Pilatos
Aunque Caifás pronunciara sentencia de muerte contra Jesús, sin embargo, como ya no tenían el poder supremo los judíos, no podía ejecutarse si no recibía confirmación de Poncio Pilatos, enviado por los romanos a gobernar la Judea.
Conducido por este motivo ante Pilatos, fue acusado por los judíos como alborotador de la plebe y también de que impedía pagar el tributo al César y pretendía hacerse rey de los judíos.
Pilatos le llamó aparte y le dijo:
-¿Eres tú el rey de los judíos?- Jesús le contestó que sí, y añadió:
-Mi reino no es de este mundo; esto es, yo no recibo la autoridad e los hombres ni está mi reino constituido como los reinos de la tierra. – Pilatos replicó:
-¿Es decir, que tú eres rey?-
Y Jesús contestó:
-Tú lo has dicho. Yo vine al mundo para dar testimonio de la verdad.- Pilatos preguntó:
-¿Qué es la verdad?- Y sin aguardar respuesta, dijo a los que le acusaban que él no hallaba en Jesús causa alguna para condenarle a muerte, y le envió al rey Herodes Antipas.
Este deseaba ardientemente verle, confiando que obraría algún milagro en su presencia; pero a las varias preguntas que le hizo, Jesús no contestó ninguna. Por eso Herodes le despreció, le hizo vestir de blanco como si fuera un logo y le envió a Pilatos. Entretanto las turbas instaban para que se le condenase a muerte; pero, conociendo Pilatos que era inocente, le quiso salvar; y sabedor de que era costumbre entre los judíos poner por Pascua en libertad a un reo condenado a muerte, propuso al pueblo que escogiera entre Cristo y un asesino llamado Barrabás Creía Pilatos que antepondrían a Jesús, mas el pueblo, instigado por los sacerdotes y fariseos, pidió a gritos que se pusiera en libertad a Barrabás. Entonces dijo Palatos:
-¿Qué haré con Jesús Nazarenos?- Y todos gritaron:
-Sea crucificado, sea crucificado.
-¿Qué mal ha hecho?- preguntó Pilatos. El pueblo, frenético, replicó:
-Sea crucificado.