Nuevo periodo de opresión
Desde 1004 a 1012 estuvieron los Papas bajo la mano férrea de Juan Crescencio el Joven, pero fueron personas dignas. Mejor todavía fue el pontificado de Benedicto VIII (1012-24), quien coronó a Enrique II el Santo, y en inteligencia con él realizó una obra benéfica para la Iglesia. Pero Benedicto IX (1032-1044) impuesto por los condes de Túsculo, renovó la deshonra de la Iglesia.
En vista de sus liviandades, fue arrojado de Roma por el pueblo, y elegido en su lugar Silvestre III, que era ilegítimo. Pero luego Benedicto IX abdicó, y fue elegido legítimamente Gregorio VI (1045-46); pero Benedicto volvió y quiso imponerse. Ante tal confusión, se presentó en Roma el nuevo emperador Enrique III. Gregorio VI abdicó, y como era el único legítimo, fue elegido Clemente II (1046-47), quien gobernó felizmente bajo la protección de Enrique III. Benedicto IX intentó un nuevo golpe de mano; pero fue dominado y arrojado de Roma.
Principio del resurgimiento En la etapa siguiente, hasta 1073, ocuparon la Sede Pontificia varios Papas, que elevaron a grande altura el poder pontificio. León IX (1048-54) encauzó los asuntos eclesiásticos y se distinguió por su talento organizador. Durante los Pontificados siguientes intervino activamente el célebre Hildebrando, que debía ser Gregorio VII. Alejandro II (1061-73) cierra este período con una actividad reformadora admirable, que preparó el camino de San Gregorio VII. Santos insignes Enrique II el Santo (+ 1024), colaborador de los Papas en bien de la Iglesia. San León IX (+1054), gran reorganizador de la Iglesia.
Decadencia monástica
La obra de San Columbano en el centro de Europa y Norte de Italia, y la de San Bonifacio y otros monjes provenientes de las islas británicas había sido sólida. Pero más tarde se notaban los principios de una relajación que iba avanzando...
No obstante, existían algunos monasterios que consta mantuvieron en vigor la observancia, como Corbie, Fulda, Monte Casino, Bobbio y otros. Por esto, hubo algunos conatos parciales de reforma, entre los cuales, el más célebre, es el de San Benito de Antano, de origen español y visigodo. Fundó varios monasterios partir de 779, no lejos de Aquisgrán, y reformó otros muchos en los dominios de Carlomagno. En 817 contribuyó a redactar el Capitulare Monachorum, y luego compuso el Codex Reaularum, que sirvieron a muchos como base de reforma.
Compendio de Historia de la Iglesia Católica Bernardino Llorca, S.J