San Clemente Romano (+ 99)
Discípulo de San Pablo, quien habla de él en su epístola a los Filipenses; fue San Clemente Romano el Papa más insigne del siglo I, después de San Pedro.
Con ocasión de ciertas disensiones en Corinto, escribió a esta ciudad una carta que es considerada como uno de los más preciosos documentos de la antigüedad. La epístola de San Clemente Romano a los Corintios es célebre, sobre todo por el vigor y entereza con que aboga por la verdadera jerarquía.
San Ignacio de Antioquía (+ ca.110)
Es llamado frecuentemente en la antigüedad Teóforo, el que lleva a Dios. Condenado a ser descuartizado por las bestias, era conducido a Roma, y en el camino escribió las siete preciosas cartas que conservamos. Su autenticidad ha sido discutida, pero no puede ponerse en duda. Sobre todo, es celebre la dirigida a los romanos.
San Policarpo de Esmirna (+ ca. 110)
Era discípulo de San Juan Evangelista, según el testimonio de San Ireneo. Este mismo nos atestigua que escribió algunas cartas, y en particular dice que es “hermosísima su epístola a los de Filipo”. Esta es la que se conserva y constituye un precioso tesoro de los Padres apostólicos.
Otros escritos similares
En este grupo de Padres apostólicos suelen incluirse también los siguientes: la Epístola de Bernabé, así llamada por haber sido atribuida por la antigüedad a San Bernabé; pero ciertamente no es suya. Papías de Hierápolis, discípulo de San Juan Evangelista, dejó una obra titulada Explicaciones sobre sentencias del Señor. De ello se nos han conservado algunos fragmentos. El Pastor de Hermas es un escrito más amplio, de mediados del siglo II, a manera, de Apocalipsis, que comprende cinco visiones, doce mandamientos y diez semejanzas en que se habla de la Iglesia y se da un compendio de la moral cristiana.
Apologetas cristianos
Las apologías de que se habló antes constituyen el núcleo más importante de escritos de los primeros siglos de la Iglesia. Una circunstancia les comunica un valor particular: el ser los primeros conatos de exposición razonada y apología del Cristianismo.
Primeras apologías
Entre los primeros apologetas que escribieron en tiempo de Adriano y Antonino Pío, debemos conmemorar: Cuadrato, quien escribió una apología hacia el año 124 y la dirigió a Adriano. Sólo se conservan fragmentos. Arístides dirigió otra al mismo Adriano. Es preciosa la descripción de la vida de los cristianos, en contraposición a la de los paganos. Melitón, obispo de Sardes, escribió una apología; Milciades, tres, y Apolinar, obispo de Hierápolis, cuatro. Estos tres apologetas dirigieron sus obras a Marco Aurelio.
San Justino, el Filósofo (+ ca.166)
Pero las apologías más insignes fueron las dos publicadas por San Justino, entre los años 153 y 156, que lo constituyen rey de los apologetas. Algo más tarde escribió su Diálogo contra Trifón, de carácter Apologético y polémico. Uno de los rasgos característicos de San Justino es hacer ver la semejanza entre la filosofía pagana y la cristiana. En la Defensa del Cristianismo representa el sistema de atracción, de allanar dificultades y de facilitar la común inteligencia, sistema de suavidad y persuasión.
Compendio de Historia de la Iglesia Católica
Bernardino Llorca, S.J.