En Italia gobernaba el rey Teodorico que apoyaba la herejía de los arrianos. El emperador Justino de Constantinopla decretó cerrar todos los templos de los arrianos de esa ciudad y prohibió que los que pertenecían a la herejía arriana ocuparan empleos públicos. El rey Teodorico obligó al Papa para que fuese a Constantinopla a convencer al emperador de derogar las últimas leyes, el Papa Juan I se negó. El Sumo Pontífice realizó una visita a Constantinopla donde fue recibido por más de 15000 fieles. El Papa presidió las fiestas de Navidad y exhortó a los feligreses a mantenerse firmes en la fe, evitando caer en las herejías. El emperador Justino se mantuvo firme en su decisión y el rey italiano, se enfureció y mandó llamar al Papa Juan para encerrarlo en un calabozo. Los constantes maltratos y suplicios sufridos por el santo Papa ayudo a provocar su muerte.
