Nacido en Civitavecchia (Italia) en 1745, entró en la Congregación de los Pasionistas (1769), poco después de su ordenación sacerdotal (1767).
En realidad, podemos decir que fue un eminente director espiritual, excelente misionero y excepcional catequista, recorrió la Italia central proclamando con fervor y competencia los tesoros que tenemos en Cristo y especialmente en Su Pasión, título, además, de su mejor obra teológica publicada. Formador de los jóvenes Pasionistas y Provincial, como Postulador de la causa del Fundador, publicó su biografía (1786), obra fundamental para el conocimiento de San Pablo de la Cruz.
Elegido obispo de Macerata y Tolentino (1801), promovió con su celo apostólico la reforma del clero y del pueblo, resplandeciendo, además, por su eximia caridad para con los pobres. En los movimientos revolucionarios de aquel tiempo, fue un intrépido defensor de la libertad de la Iglesia, prefiriendo el exilio al ilícito juramento de fidelidad propuesto por Napoleón. Al renunciar a su sede episcopal (1823) fue llamado por León XII al Quirinal como su consejero, donde murió el 1 de enero de 1824, ofreciéndose a Dios en sustitución del Papa, gravemente enfermo. Fue canonizado en 1950. Sus restos mortales descansan desde 1957 en Macerata (Italia).