Durante la última peregrinación a Padua, trasladando hasta la tumba de San Antonio las peticiones y gracias, que habíamos recibido en EL PAN DE LOS POBRES de nuestros suscriptores y lectores, cayó en nuestras manos el número de Junio 2014 -edición en lengua inglesa- de la revista Mensajero de San Antonio, que editan los Frailes Menores en Padua.

Los planes de Dios fueron modificando, paso a paso, los proyectos que, primero Fernando Bülhoes y después Antonio, iba pergeñando para su vida. Hay que tener presente que nuestro santo, nunca se reveló contra los contratiempos que Dios iba poniendo en el camino de su vida, ya que siempre tuvo un espíritu de obediencia y entrega a Dios muy marcados.

Fernando Bulhoes, durante toda su vida, estuvo entregado a seguir la voluntad de Dios, aceptando en todo momento los nuevos caminos por los que el Señor orientaba su vida. Por ello Fernando, después llamado Antonio, cuando entra a formar parte de los Frailes Menores, es un modelo para todos los católicos, pero muy especialmente para la juventud.

La devoción a la Virgen María es una característica de todos los católicos, conscientes de que en ella encuentran el apoyo y la intercesión ante Dios, que tanto se necesita a lo largo de la vida, para superar las dificultades con que nos encontramos en nuestro caminar.

Es importante, al tiempo que interesante, repasar lo que los santos, en nuestro caso San Antonio de Padua, nos dicen sobre un tiempo eclesial tan importante como la Cuaresma. Para tratar de conocerlo mejor, nos hemos acercado a los sermones de nuestro santo relacionados con este tiempo litúrgico.

En el sermón del Miércoles de Ceniza, después de hacer referencia a lo que le pasó a Adán en el Paraíso y la actitud penitente de Esther para lograr de su marido, el Rey Asuero, que restituyera su favor a los judíos, dice el santo: “Ayunad, pues, si queréis vencer al diablo y recobrar la gracia perdida”.

Son muchas las cosas que llaman la atención cuando pensamos o recorremos los acontecimientos que fueron marcando el discurrir de la vida de San Antonio de Padua (de Lisboa para las naciones de influencia portuguesa); nos llama la atención lo mucho que Dios bendijo su actividad apostólica y caritativa, en una vida tan corta; San Antonio murió con 36 años.

La innumerable legión de seguidores de San Antonio tiene muchos motivos para mantener su devoción al santo y transmitirla, a través de los años, a sus hijos y nietos:

*  La admiración por su santa vida y sus milagros.

*  Su afán de apostolado, superando, en muchas ocasiones, la desidia de la gente.

*  Su lucha por convertir a los herejes, soportando sus enfrentamientos.

*  Su capacidad de intercesión ante Dios, que le ha hecho famoso como taumaturgo.

*  Su universalidad.