En el primer domingo de Adviento, en el breve Evangelio que nos propone la liturgia,Jesús nos dirige tres veces una exhortación sencilla y directa: “Estad vigilantes” (cfr Mt 13,33-37)

Jesús habla con severidad de los que hacen todo para aparentar. Sus palabras van dirigidas a los escribas y fariseos: “porque dicen y no hacen y todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres”. (cfr Mt 23, 3-5)

El Evangelio nos presenta una parábola dramática con un final triste. Jesús nos recuerda lo que sucede cuando el hombre se cree que se hace a sí mismo y olvida la gratitud. (cfr Mt 21, 33-43)

El Evangelio nos habla de la corrección fraterna, que es una de las expresiones más grandes del amor, y también una de las que requieren un mayor esfuerzo. (cfr Mt 18, 15-20)

El Evangelio nos presenta la parábola del sembrador. La de la “siembra” es una imagen muy hermosa, y Jesús la usa para describir el don de su Palabra. (cfr Mt 13,1-23)

No hay que tener tanto miedo a sufrir incomprensiones y críticas, a perder prestigio y ventajas económicas por permanecer fieles al Evangelio, sino a desperdiciar la existencia buscando cosas de poco valor, que no colman el sentido de la vida.

El Evangelio del sexto domingo de Pascua, nos habla del Espíritu Santo, que Jesús llama Paráclito. Paráclito es una palabra que proviene del griego, y que significa al mismo tiempo el que consuela y abogado. (cfr. Jn 14,15-17)