Nos tenemos que situar en el nivel espiritual de la humanidad, que existe y tiene fuerza para todo pensamiento profundo. Cuestiones como la existencia de Dios, el origen de la conciencia, qué pasa después de la muerte, qué sentido tienen el sufrimiento y el dolor, la santidad, los milagros, cada ser humano, único e irrepetible, el firmamento infinito con sus millones de estrellas, la creación entera desde lo más pequeño e invisible hasta lo más grandioso, y un largo etcétera. ¿Tenemos respuestas? No, y ¿Cuál es la verdad?
Para los creyentes con una Fe profunda, bien formada, es ciertamente más fácil asimilar tantas realidades, las viven y las disfrutan. Pero hay que reconocer que, en el mundo actual, tan materialista y alejado de Dios, estas dos concepciones de la vida son antagónicas.
Y, entonces, en los momentos de intimidad espiritual, nos puede aflorar un pensamiento que nos dice que “todo es misterio”. Desde la realidad de Dios, con una sencillez total dentro de su inconmensurable grandeza, nos colma de dones: el primero y más grande la figura de Jesucristo que murió en la cruz después de haber sufrido un martirio atroz, la institución de la Eucaristía con los humildes, pan y vino, convertidos en cuerpo y sangre del Señor, los demás Sacramentos cada uno con su correspondiente gracia. ¿No es una locura de amor hacia la humanidad?
Pero existen el mal y el dolor desde los principios del mundo. Los grandes santos aseguran que Jesucristo no ha venido a la tierra para suprimir el dolor, sino para “llenarlo de su presencia”.
En los Evangelios nos dice el Señor en varias ocasiones “estad preparados porque no sabéis ni el día ni la hora”, refiriéndose al momento de nuestra muerte. Quizás sea mejor así, Dios sabe más. Pero no olvidemos que tenemos un alma inmortal, con un destino eterno. El hombre tiene plena libertad para escoger lo que le parece mejor, vivir alejado de Dios o no. Para los que tenemos fe, nuestro Padre, en su infinita misericordia, perdona
siempre y se alegra de la santidad de sus hijos. Vivamos agarrados a una esperanza luminosa… “Todo es misterio”.