“Desde la Cuaresma de1222 y durante el año 1223 predicó por el Norte de Italia (Emilia-Romaña, Lombardía y Piamonte), regiones en las que pululaban movimientos sectarios, nacidos al amparo de la corriente de intenso retorno a la vida evangélica, la pobreza y el seguimiento a Cristo crucificado, sostenidos por gente de origen burgués, menestrales, artesanos y comerciantes, que, decepcionados por los desvaríos del clero pudiente, trataban de vivir la fe con sencillez y coherencia. Cátaros, albigenses, beguinos y valdenses, pobres de Lombardía, habían comenzado cumpliendo a la letra el evangelio, que manda dejarlo todo, darlo a los pobres y seguir a Cristo, bajo el signo de la penitencia y la cruz.”[i]
Durante este tiempo estuvo, por encargo directo de San Francisco, dando clases en la Cátedra de Teología de la casa de formación de los Frailes Menores, en Bolonia.
San Antonio tomó contacto con el agustino Padre Tomás Gallus, que residía en el Monasterio de Vercelli, lo que le permitió conocer la teología mística de Dionisio Areopagita.
Predicación en Francia
En 1224 Antonio, junto con otros frailes menores y dominicos, fue enviado al Sur de Francia, a la región del Languedoc, para predicar a los albigenses y tratar de erradicar esta herejía, que había alcanzado gran extensión en esa región.
En Francia, predicó en las poblaciones de Montpellier, Toulouse, Puy, Burdeos, Brive, Bourges, Arles y Limoges. Durante esos años, también enseñó teología en Toulouse y Montpellier, donde los dominicos habían creado un “Studium Generale” y los franciscanos querían hacer algo semejante.
El Papa Honorio III había tenido mucho interés en enviar predicadores, que se destacaran por celo, ciencia y santidad; que fueran capaces de sostener un apostolado difícil, en medio de los movimientos heréticos de la zona; la predicación se transformó en “cruzada”, cuando la misión pacífica de exhortación y conversión se mezcló con otros intereses y reformas necesarias, que se prolongaron hasta 1229.
El robo del salterio de San Antonio
En Montpellier sitúan, algunos biógrafos, el robo del Salterio, que utilizaba San Antonio, por un novicio, que se encontró con el diablo, en la huida, al pasar un puente; el diablo le amenazó con que si no devolvía el Salterio a San Antonio, le ahogaría en el río. El novicio, arrepentido, devolvió el Salterio a San Antonio, que se había puesto a rezar para encontrarlo.
En 1225, en Puy en Velay, con 34 años, fue Guardián del Convento; en Bourges tomó parte en el Sínodo, que se celebró en aquella ciudad el 30 de Noviembre de 1225, en el que se decretó la guerra contra los albigenses, a pesar de la oposición del Obispo de la ciudad, Simon de Sully, al que se dirigió el santo de forma vehemente y consiguió atraerlo a una vida ordenada y ejemplar.
Aparición de San Francisco
Cuando tomaba parte, en Arles, a fínales de 1226, del Capítulo de la provincia de Provenza, mientras predicaba San Antonio a los frailes, se apareció San Francisco, según cuenta Tomás de Celano, bendiciendo a los frailes; esto ocurrió poco antes de la muerte de San Francisco el 3 de Octubre de 1226.
A comienzos de 1227, San Antonio partió para Asís, donde se iba a celebrar un Capítulo general el 30 de Mayo; al pasar por Provenza sucedió el episodio del vino derramado y de nuevo recogido en la vasija, por mediación de San Antonio.
Comité de Redacción