B E A T O

Nació en Venecia (Italia) en 1231, fue hijo de una noble familia, era muy joven cuando murió su padre y fue educado por su madre y por su abuela. A los diecisiete años, Jacobo, que había sido siempre muy piadoso, distribuyó sus bienes entre los pobres e ingresó en la Orden de Santo Domingo. Ejerció el cargo de prior en los conventos de Forli, Faenza, San Severino y Ravena. Después se retiró al convento de Forli, donde llevó una vida de gran austeridad, dedicado a la oración, a la lectura y al cuidado de los enfermos, a quienes tenía especial cariño. Estudió la Biblia y el martirologio afirmando que el ejemplo de los mártires le daba abundante materia de meditación.

Vida de Fernando III, el Santo

Autora: María del Carmen Fernández de Castro y Cabeza AJC / Ed. EL PAN DE LOS POBRES / Págs. 060 / Oferta especial Mayo: 10 euros

La autora, con motivo del séptimo centenario de la conquista de Sevilla, por el Rey Fernando III, el santo, se decidió a escribir esta historia, dándole un profundo sabor medieval al relato, utilizando, en algunos momentos, un lenguaje arcaico, propio de la época.

Autor: Fr. Santiago Cantera Montenegro O.S.B. / Ed. Edibesa / Págs. 160 / PVP. 10 euros

Fr. Santiago Cantera Montenegro O.S.B., Prior de la abadía benedictina del Valle de los Caídos, es colaborador habitual de nuestra revista “EL PAN DE LOS POBRES.

Beato Presbítero y Fundador
de la Congregación de los “Padres de la Doctrina Cristiana”

Beato. Mártir Seglar

Nació el 18 de Marzo de 1880 en Magdalena, Jalisco (Méjico).  Fue un gran devoto de Jesús Sacramentado, acudiendo a Misa, adorando al Santísimo en el sagrario. Su conducta como hijo, esposo y padre fue siempre ejemplar.

Fr. Santiago Cantera Montenegro O.S.B., prior de la abadía benedictina del Valle de los Caídos y uno de nuestros escritores y colaboradores en nuestra revista “El Pan de los Pobres”, presentó un gran libro de “San Bernardo” una biografía donde descubrimos la extraordinaria importancia de este monje cisterciense, que nació en 1090 y murió en 1153 y dejó una impronta que ha marcado la espiritualidad de la vida religiosa en la Iglesia durante todo el segundo milenio, gran impulsor de la presencia cristiana en Tierra Santa e inspirador de los templarios, místico y teólogo.