Esta vida de piedad comportaba en primer término la asistencia a Misa en domingos y fiestas de precepto, un deber que existía ya desde mucho tiempo atrás; el concilio IV de Letrán (1215) reguló ahora la obligación de la confesión y comunión anual. Los ayunos y abstinencias representaban una considerable actitud penitencial para los fieles cristianos, que pagaban también el diezmo de las cosechas, con el fin de ayudar al mantenimiento económico de la Iglesia. La piedad eucarística, la devoción a la Virgen y a los santos, ocuparon un lugar eminente en la espiritualidad de la época. En esta época comienzan grandes tradiciones eclesiales como la procesión del Corpus Christi, el rezo del rosario, las peregrinaciones, las expresiones religiosas en el arte.
Grupos heréticos de la edad media
De entre los grupos heréticos de la edad media hay que destacar a los «valdenses» que llegaron a una ruptura total con la Iglesia y formaron una secta en el norte de Italia, que más tarde había de integrarse en el movimiento de la Reforma protestante y a los «cátaros» o «albigenses», nombre este derivado de Albi, ciudad del mediodía de Francia, que fue uno de sus principales reductos. El Catarismo era un rebrote tardío de una vieja corriente religiosa, mezcla de elementos gnósticos con otros dualistas, que en el oriente cristiano había cristalizado en diversas sectas. El Catarismo se organizó a manera de iglesia, con un grupo escogido de «perfectos» o «puros» y una masa de simples adheridos.
La Inquisición
La importancia alcanzada por el fenómeno herético dio lugar al nacimiento de la Inquisición, la institución destinada específicamente a la defensa de la fe y la lucha contra la herejía. Rivalizaron en este empeño la potestad eclesiástica y la civil. El emperador Federico II gran adversario del Pontificado promulgó una constitución que establecía la muerte en la hoguera como pena por el crimen de herejía (1220). El papa Gregorio IX, por su parte, instituyó la Inquisición pontificia (1232), que cumplió una función de salvaguardia de la fe, considerada entonces como el más valioso bien común del pueblo cristiano. La Inquisición tuvo la desgracia de ser hija de su tiempo y de nacer en un momento de endurecimiento general de la vida jurídica, como fue el de la recepción del derecho romano.
Ruptura entre el Pontificado e Imperio
El sistema doctrinal y político de la Cristiandad hizo crisis en el siglo XIII, con la aparición de un nuevo clima espiritual e ideológico que prevaleció en Europa durante la Baja Edad Media. El factor que de modo inmediato contribuyó más a aquella ruptura fue el enfrentamiento entre Pontificado e Imperio, representados respectivamente por los papas sucesores de Inocencio III y el emperador Federico II.
“Historia breve de la Iglesia” Concepción
Carnevale. Cortesía de www.catholic.net
para la Biblioteca Católica Digital